solo son dos muertos
silencio,
suspiros, una mirada a la impaciencia de la hora
en el salón pequeño, donde tomas el té
arregladita y pintada
primorosamente esperanzada
encadenada a una ilusión
suenan las horas en el gran reloj
con su forma de tumba erguida
puntual aparece el ausente
con su impecable traje Príncipe de Gales
pañuelito asomado
solo para ti
para nadie más
el señor, entre risas
lo anuncia otra ama,
ya no sabes su nombre, tu siempre las llamas señorita
el mandil gastado, rota la puntilla
la cofia grande, para otras cabezas, con otros peinados
vestida de negro, entre risas y vergüenza ajena
señorita sirve el té,
las pastas sobre la mesa,
tapete de hilo, marcos de plata
juntos, las risas, hablando de vuestras cosas
tus cosas y las que quieres que te diga
pero no esta
nunca esta
te lee un fragmento de Madame Bovary
amas a Gustave y lo amas a él
mientras hueles la rosa que no pincha
mientras te pinchas con la rosa que no huele
vida que no sangra
sangre que no es vida
con los ojos cerrados
pintados
marchitos
su taza humeante, se enfría sobre la mesa
pero la conversación es amena
ya has cambiado al servicio ocho veces
en lo que va de año
tiran con desprecio sobre tu cara pintorreada
el mandil roto y la cofia grande
hartas que le digas que han manchado al ausente,
limpiando con una servilleta, una mancha inexistente
sobre una silla vacía,
todas las tardes
todas las tardes
a la noche en el dormitorio, unas sombras del árbol grande
el que plantasteis juntos
se balancea, sobre, el sin rostro,
luna se posa en la cama de barrotes blancos y bolas de latón
puntillas de encaje, mullidos cojines
hechos por ti, bella dama
peinas despacio, tu pelo blanco
anémica y rala Rapunzel
ochenta y nueve, noventa
hablándole a la cama
con tu boca desdentada
un batín de seda rojo
te responde amorosamente
tumbado sobre la colcha
le sonríes ahogada
en polident desde un vaso del tocador
noventa y nueve, cien
a tu cepillo de plata,
le ha nacido una hidra de cuellos plateados
perfumada y coqueta, retocas tus labios
alisas el camisón gastado de los años
te recuestas fatigada, desgastada
apagas la luz de tus temblores
tumbada, abrazas a nadie
besas a nadie, con la boca abierta
con la lengua inquieta
adorando su boca ausente
respiras jadeante
abres delicadamente las piernas
gimes levemente con un poco de dolor
muerdes con la encia tu labio inferior
cerrando los ojos, como aquella primera vez
ya no disfrutas, hace tiempo que no disfrutas
pero no se lo dices, porque lo amas
buenas noches, amor
un cigarrillo emboquillado en una pipa larga de plata y nácar
humea en la mesita de noche del ausente
duermes placida
en la oscuridad, una calada consume el cigarrillo
en rojo infierno
un te quiero, se oye en la penumbra
Antonio © M. ( T i T o. M.)
22/Noviembre/2011
Pensamientos Vagabundos
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