Quise librarme de su cuestionamiento alegando que no conocía a mucha gente que, al igual que yo, vivía en ese edificio.

Mi respuesta evasiva, pareció serenar al estudiante y comenzó a hablarme de esas rarezas como él las había llamado.

Me dijo que Cesar, nunca hablaba con nadie, que jamás se le había visto hacer las cosas más simples que realizaría cualquier persona; como por ejemplo: comer; utilizar los baños, la biblioteca; no se le podía encontrar en ninguna parte de la escuela a deshoras de clases. Me contó también, que todos los demás estudiantes, nunca le habían visto sudar, a pesar de que era evidente que acudía a la escuela caminando, pues nunca se le veía en el autobús escolar.

Entre la serie de situaciones que me dijo, me sorprendió que lo referente a su aspecto físico, su apariencia: que parecía de película, porque siempre se le veía inmaculadamente vestido, que incluso, algunos han notado que hasta la suela de su zapato, estaba perennemente limpia y negra, como si nunca pisara el suelo.

Esas aseveraciones me resultaron totalmente absurdas y dudé evidentemente sobre la veracidad de las mismas.

Sin embargo, aquella conversación me dejo profundamente consternado. Desde ese día, no me podía quitar de la cabeza pensar en las rarezas de mi extraño compañero. En las noches, cuando me proponía estudiar mis lecciones diarias, esa idea se imponía y no me permitía concentrar. Varías noches pasé en vela dándole vueltas y vueltas.

Me propuse librarme de mis dudas, y decidí indagar al respecto, pero lo tendría que hacer tratando de evitar que mi compañero se diera cuenta, sería verdaderamente humillante para mí, que descubriera que me la paso espiando sus actos; sobre todo, si las declaraciones de aquel estudiante resultaran falsas.
(continua)