Casi simultáneamente con la informática y la Internet, comenzó algo que daré en llamar mi "vida virtual", llegando a extremos compulsivos en algunas etapas de mi vida.
Años de terapia, no lograron diagnosticarme como logró hacerlo Google: lo mío es un Trastorno Esquizoide de la Personalidad (TEP), ¡y de los buenos!
Recuerdo cuando se lo comenté a mi hermana, esperando una reacción trágica de su parte... pero no.
Con su tan particular, simple y divertida forma de ver la vida, exclamó: "Ay, ¡qué suerte! ¡Yo tenía miedo de que fueras bipolar!".
Sentí que de alguna forma la defraudaba, y desde entonces estoy intentando bipolarizarme cada día un poco más... con exiguos resultados.
Descubrí que un buen esquizoide es tan insoportablemente necio como para despreciar cualquier oportunidad de mejorar su condición.
Es más: un esquizoide de ley, se esmerará en ser cada día más esquizoide, hasta llegar a destacar entre sus pares, y, ¿por qué no?, ser el mejor esquizoide del mundo.
Y aquí estoy, fiel a mi tradición, sumergiéndome una vez más en la virtualidad, como el primer día, con muchas menos neuronas en funcionamiento, pero con el egocentrismo y la soberbia intactos.
Hasta he llegado a pensar seriamente en publicar todos mis deprimentes cuentos en un libro (pagado de mi bolsillo, por supuesto), y distribuirlo gratuitamente en algún lugar concurrido.
El título de dicho libro, sería, obviamente, "Cuentos y poemas acerca de la muerte y otras nimiedades" (siempre quise utilizar la palabra "nimiedades" en algo importantoso).
Si alguien me conoce, le pido sólo una cosa: no se lo cuenten a mi hermana, porque seguro que me interna... ¡otra vez!
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