Marihuana
Ricardo llego una tarde a casa buscando un bajista para armar un trío de Rock, era baterista y tenia una batería importada de USA una marca que usaban los grandes, yo a él lo conocía por otros amigos que andaban tratando de hacer música, y siempre me pareció una buena persona, éramos casi del mismo barrio.
Había traído una grabación para que escuche que tipo de Rock estaban haciendo con un guitarrista que yo no conocía, me sorprendió el sonido de la guitarra, claro era una Fender “made in usa”, el sueño de todo aquel que intentaba tocar una guitarra eléctrica. Yo tenía un bajo eléctrico sin marca ni procedencia que me habían regalado, que estaba bueno para estudiar pero no tenia un buen sonido, me dijo—No importa “man” para ensayar esta bien después vemos si conseguimos algo mejor.
Y arreglamos para reunirnos un domingo en su casa.
Llegue a la hora que habíamos acordado, el vivía con sus padres y tenia una habitación para el solo, ahí estaba con Juan el guitarrista, entre el humo perfumado de un sahumerio que me molestaba un poco la respiración, yo había dejado el cigarrillo, y me había curado de mis ataques de asma un par de años atrás con un remedio homeopático, pero todavía recordaba esa sensación de ahogo, pero al rato el humo se había disipado y me sentí mejor.
En ese tiempo las ventanas no tenían rejas y desde la habitación se podía ver un almacén de barrio, comenzamos a improvisar con la música. Juan con su guitarra Fender me iba mostrando los temas que había compuesto y estaban buenos para mi gusto musical, a media tarde saltó por la ventana y se dirigió al almacén, y a los pocos minutos regresó con una botella de vino de dos litros y medio, que fue bebiendo el solo hasta quedar borracho, Ricardo y yo no bebíamos alcohol pero tampoco hacíamos algún comentario sobre el tema, y así terminábamos los ensayos. El domingo siguiente nos visitaron unos amigos que también hacían música y alguien trajo un poco de marihuana, todos sabían que yo no fumaba y nunca intentaron que lo hiciera, cada uno respetaba sus gustos, pero me sentí un poco ajeno a esa extraña risa que aparentemente era consecuencia de lo que estaban fumando. Así paso el tiempo y casi todos mis amigos y conocidos en el ambiente de la música en algún momento fumaban marihuana, yo me fui a vivir cerca del mar y los veía cada tanto cuando viajaba para visitar a mis padres. En una de mis visitas cuando fui a la casa de Ricardo la madre me dijo que se había casado, después de un largo tiempo regresé a vivir en la casa de mis padres y cada tanto los visitaba, uno siempre necesita hablar con los amigos para compartir ideas, logros y también discutir problemas, el tema de la droga se hablaba también, y yo siempre estaba en contra de consumir cualquier tipo de estimulante o medicamento que cambiara mi estado natural, con argumentos que Ricardo no compartía, y como buenos amigos discutíamos acaloradamente sin llegar enojarnos por nuestras diferencias de opinión, el aparentemente ya no consumía nada pero no le parecía algo perjudicial para la salud que alguien lo hiciera, paso mucho tiempo hasta que volvimos a hablar sobre el tema de la droga, cada uno respetaba su idea y no tenia sentido discutir siempre lo mismo, ya nuestros padres habían fallecido, su única hija había tenido su fiesta de quince años y nos encontrábamos en su casa para escuchar música y tocar un poco la guitarra mientras hablábamos como se dice “de bueyes perdidos” Ricardo tenia la particularidad que cuando quería decir algo no esperaba que el tema tenga que ver con la conversación, y me dijo en un momento que menos lo esperaba –Cuando yo era soltero defendía el sexo libre y el consumo de marihuana, ahora que soy padre, cambió mi forma de ver las cosas, y creo que podría llegar a matar a quien le ofrezca fumar un “porro” a mi hija
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