LE DÍ MI ALMA
¡¡¡Estuvo tan cerca!!!
¡Tan cerca de mí!
Sentí el roce de su cuerpo;
El quemante calor ya transpirado;
El caudaloso correr de hirviente sangre:
Un fuerte palpitar, sentí en su pecho.
Escuché la melodía de sus labios,
Cuando a tono, mi nombre pronunciaba;
Yo, y yo que tanto supliqué,
Tener a mi lado esta grandeza.
Sentir su calor, sentir su afecto,
Ser sólo su esclavo por un lapso
Siquiera por minutos o segundos.
He sido escuchado, y más profundo;
He tenido su alma entre mis manos;
Bebí el manantial de sus pasiones.
Ha sido ella mi esclava, yo poseso
De todo su candor y pretensiones.
Gracias al amor ¡Por tan fecundo!
Gracias, por el cáliz rebosante.
¿Qué más puedo ofrecer en este mundo?
Sólo gracias y amor; es lo más grande,
Más sublime, sagrado y más profundo.
La escuché decir que me quería,
Que era feliz, que yo su cielo.
Le correspondí sólo en silencio,
Porque mi amor, es sólo poesía.
Al saberme poseso, siempre amado.
El silencio dice todo, y todo explica,
En ósculos, mi alma se la he dado.
REINALDO BARRIENTOS G.
Rebaguz
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