Eso era básicamente lo que pasaba en la realidad con la
que coexistía, alucinaba con fragmentos inimaginables
cuando aun pretendía rozarme entre la multitud.

A decir verdad calculaba mi desinterés que se presentaba en
desniveles mientras la droga de mirarte me ahogaba en
susurros y callaba; cada vez mi mente se hacía más confusa,
confieso que los seres como las hadas que ayudan a levantarme
estaban más seguros de su existencia que yo misma.

Era tierno, algo deducible que prefiera este tipo de vivencia,
cuando alucinaba todo parecía volar, más llevadero porque podía
ver mis trastornos de maldiciones, como adoro mirar esa ventana
que está a punto de caer por el polvo, como las aves estornudan lujuria y éxtasis
en pequeños pedazos de mierda!

Y no es para nada raro complacerme, entre tanta suciedad mental lo hago;
siento que me observan ¿ y qué importa? estoy mirando hacia el cielo
alucinando un poco fumándome la tarde.