Irrumpes en mi vida nuevamente después de tantos meses sin saber de ti.
Me invitas a compartir tu espacio, tu aire, tu vida y, ¡ahí estoy yo!, sintiéndome bendecida con esas migajas que te rebasan y que con tanta ilusión las recojo desde el suelo helado, inerte, inanimado.

Minutos a tu lado son la eternidad en mi vida: me llenas con tus besos, con tus caricias, con tu pasión envolvente que consigue olvidarme de quién soy y a quién tengo. El fervor, la locura, la excitación se prolonga por minutos y luego aparece la desolación, la tristeza, la soledad que prevalece por horas, días y meses.

Quiero responder NO a tu llamado, quiero ser fuerte y negarme a tus caprichos, quiero no quererte con mi cuerpo, con mi alma y con mi corazón. Quiero decirte adiós para siempre y no volver a saber de tí.