Tus ojos no me pueden ver, soy sólo sombra de aguas turbias; no me pidas, no me pidas, no soy el que digo ser.

El lodo no lo cura todo, ni las cenizas virtud del infierno son; el paraíso castiga más que antes. El dolor es igual para los dos.

El aguacero no está demasiado lejos; el puñal no es guía ocasional; los pecados saben a compañía. El vino es el mar.

Los demonios seducen en las llamas, los tálamos se incineran igual; en una copa cabe mi sangre. El final es lo mismo al final.

Las tinieblas no son privilegio de matones, ni de Judas el don de la traición; ya no puedo morir como quisiera. El perdón avergüenza al perdón. El secreto ya no es esclavo mío, el pájaro ya no se puede enjaular, la jaula pinta alambres vacíos, la verdad no se puede olvidar. El final está magullando mi puerta, el verdugo come igual, y más, arrodillados no mueren los tiranos. Atado no podré volar.

Tus ojos no me pueden ver, soy sólo sombra de aguas turbias; no me pidas, no me pidas, no soy el que digo ser.