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LA ESPANTA PAJARAS



Mi nombre es Juana, me siento muy orgullosa y única.

Y por mi vestimenta pertenezco al sexo femenino. ¿Cuándo nací?
Un día, porque soy muy nuevita y casi no sé las cosas de la vida.
Lo que sí sé es que era un día de lluvia y de mucho frío.-¡Claro qué se van a extrañar! - Por un lado les digo que no sé nada y les cuento de la lluvia y del frío. Es que cuando me estaban fabricando entró la nieta de don Nicasio, y dijo-¿Viste qué lluvia, abuelo?, y el frío para que te cuento. Yo no entendía nada porque en ese momento era un montón de paja que estaba tomando forma.

Primero armó mi cabeza y la niña se entretuvo conmigo, me pintó unos grandes ojos y una amplia sonrisa y con la paja que sobraba a los costados de mi cabeza me tejió unas hermosas trenzas a las que adornó con unas lindas cintas rojas. ¡Me moría por verme!

Me sentí triste y sola cuando me rodeó algo desconocido. Después con el tiempo me enteré que a eso, lo llaman silencio.

Más tarde observé una luz, sabía que era una luz porque me hizo entrecerrar mis ojos de pintura. ¡Sí, sí los ojos de pintura también parpadean a las cosas brillantes!. Y escuché mi primer sonido ¡craaan, craaan, craaan!

Se me erizó mi piel de pasto seco ¡y era la puerta que se entreabría!

Y la niña, la hermosa niña que al escuchar llamarla, me enteré que su nombre era Lucia, entraba con un enorme paquete de crujientes tafetas. ¡raaash,
raaash, raaash!

Era un vestido del mismo color que las cintas. ¡Sí, sí era un vestido! porque Lucia me mostraba y al mismo tiempo que me probaba, me contaba que a eso lo llaman vestido y solo lo usan las nenas o las señoras.

Me paró sobre mi base y lamentaba que no tuviese pies porque según comentaba, ¡qué bien me quedarían unos zapatos que a ella no le entraban!

¿Saben? a esta altura aprendí muchas cosas, ya sé que mi cabeza es de paja
¿Pero, se preguntaron ustedes que clase de cerebro tengo?.
Uno muy desarrollado y con mucha inteligencia, por eso aprendo rápido las cosas que veo y escucho.

Extendió mis brazos, como si fuera a tomar distancia, pero a los costados de mi cuerpo y me colocó un sombrero lleno de flores y se alejó unos pasos y me miró embobada y hacía palmas ¡plaf, plaf plaf!, muy contenta porque según ella había quedado hermosa.

Desde de la ventana del depósito yo la había visto en una superficie pulida que reflejaba fielmente su imagen. Una de mis cintas hubiese dado por estar un solo momento en ese lugar.

La niña no tiene la culpa, ella no sabe que pienso pero por más que me
esfuerzo no puedo hablar, tengo tantas cosas que preguntarle. Una, es para que sirvo, porque muñeca no soy, aunque me gustaría mucho y así jugamos todo el día.


La puerta volvió a cerrarse y al abrirse de nuevo, ese zumbido: shshshshsh, shshshshs, shshhshshs, era el viento que se entretenía desparramando a las hojas.

Entró el abuelo y con sus grandes brazos me tomó de la cintura y me llevó
sin esfuerzo, ya que no peso mucho y me plantó en las lindes de su gran campo.

Me impregné de olor a tierra húmeda y admiré lo blandita y esponjosa que parecía. Fui muy feliz porque había muchos pajaritos y como solo pienso, imaginé que serían mis nuevos amigos.

¡No salía de mi asombro!, automáticamente dejaron de comer y parecían asustados. Revolotearon a mi alrededor y en bandada volaron aterrorizados,
piando ¡- Una espanta pájara! -¡Una espanta pájara!-

Mi boca cayó hacia abajo y mis lágrimas brotaron de mis ojos pintados, y mojaron mi cara de pasto. A eso, lo llaman tristeza.

Desde mi lugar veía a los niños jugar contentos y despacio muy despacio comprendí mi destino. Me rebelé, me haría de la distraída y los dejaría comer cuanto quisieran, tal vez así conseguiría amigos.

A don Nicasio se lo veía muy feliz, refregaba sus manos dando una y otra vuelta entera y se llenaba de satisfacción y cada vez que pasaba cerca de mí, cariñosamente palmeaba mis espaldas y comentaba en voz alta. : ¡este año sí que gracias a Juana tendremos unas lindas y provechosas cosechas y alcanzará el alimento para toda la población!

Agudicé mis sentidos y empecé a entender muchas cosas, como por ejemplo la función que me tocaba desempeñar ¡Era cuidadora de una gran plantación¡
Y de mí dependía que a los niños no les faltaran nada y empecé a ser un poco más feliz, responsable y a no quejarme tanto.
Después de todo la función de espanta pájara no era tan fea. Tenía todo el firmamento para mi sola y mi rojo vestido jugaba con el viento,
Además aprendí una cosa muy importante. En la vida, no estamos de casualidad, cada uno de nosotros, todo lo que nos rodea cumplimos una función importante en beneficio de los demás.

¡ Ahora sí que hago mi trabajo feliz y contenta!




Texto agregado el 10-11-2011, y leído por 200 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
21-01-2012 * FOGWILL
18-11-2011 Sí, no se llega a la vida por casualidad. Me voy impresionada con tu habilidad para darle vida a un personaje como éste. Resalto, complacida, éstas hermosas líneas: "Después de todo la función de espanta pájara no era tan fea. Tenía todo el firmamento para mi sola y mi rojo vestido jugaba con el viento,..." Fascinante. Te abrazo desde mi corazón estremecido. SOFIAMA
10-11-2011 Una fábula muy bella con su correspondiente moraleja final. Para ser sincero, la hubiera preferido sin la moraleja porque ya va implícita en toda tu historia. Me ha gustado mucho. Saludos. maparo55
10-11-2011 Te felicito, porque es un relato maravilloso. Cada cosa se podía ver y sentir. Además esa espanta pájaros es una dulzura...Tu cuento es realmente hermoso!!!***** MujerDiosa
10-11-2011 Muy lindo, seguramente piensan esos los muñecos de paja, me gustó mucho =D mis cariños dulce-quimera
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