Paleta de colores
“Mendigos de amor, cuando no sabemos reconocer lo valioso que somos”.
Cuantas historias se cuentan de mendigos y pastores, de millonarios y señores, con tan sólo un fin dejar una moraleja, o en metáforas decir, aquello que no podemos, porque nos haría sucumbir.
Siempre el bueno es el mendigo y el villano es un Señor, en este caso el mendigo era un ciego, sordo, sin sentidos ensimismado en una pasión, que en su locura, no sabía de perdón.
Y cada día, esperaba al Señor, que muchas veces no pasaba por aquel rincón y se dormía en sus sueños el mendigo de amor, esperando un nuevo día solo para tener el perfume, una palabra gentil y más veces fueron retos de córrete que molestas sal de acá con ese olor.
Pero un día, tras otro el mendigo siguió esperando y el frio hizo lo suyo, muchos inviernos, iguales otoños, veranos muy calientes y secos, áridos que no tienen color, unas primaveras tan descoloridas recordadas en el tiempo anulado por el dolor.
Pero un noble señor un día vio que el mendigo del rincón era una flor muy bella, oculta en harapos , llena de fango y olor, ese mendigo del rincón era una niña que le habían matado su amor, mataron sus sueños y también su ilusión, fue hace mucho tiempo atrás por eso la primavera había perdido color.
Como animal arisco no se dejo tocar por el noble señor, como ya carecía de sentidos no conocía su olor, y él con paciencia cada día pasaba por el rincón dejaba una flor, dejaba amor en frases, en gestos que fueron derrumbando el muro dejando entrar rayos de sol, el hielo se fue derritiendo, el rincón tomó color, un día pasa el noble caballero y el ciego toma su mano que siempre pasaba tendida ofreciendo una caricia, la venda había caído , no había ceguera al final, los harapos se destruyen y se queman con el fuego, y surge la la luz, esa niña que una vez le arrancaron sus era una mujer , rescatada con la fuerza del amor.
Ya no espera más migajas, ahora lo tiene todo, lo comparte con alegría y espera que el mundo se tiña de colores, olores y sabores porque solo quien ama posee los sentidos despiertos para percibir las señales que el universo envía a todo aquel que quiera ver la luz.