Hoy me vino a visitar la Lucía, una de mis tantas ahijadas, la pobre está de capa caída porque la dejó el novio, yo la quise consolar pero ella llora y llora -que desgraciado el tipo- me contó que ella quería ser virgen pa’ el casorio, yo le dije, nena ya no es como antes, pero ella está criada a la antigua con todos los santitos en la mesita de luz.

Resulta que el novio insistía con eso de que el así no puede vivir, que me voy a buscar otra etc etc., llegó un día que aflojó, la madre se había ido de una tía y allí ¡Zaz! El decía que eso era el amor, sin relaciones no se puede, que linda que sos, no hay otra como vos y bla bla, sin entrar en muchos detalles..

Cuando vino Doña Rosa los encontró sentaditos mirando televisión, la Lucía estaba un poco despeinada y media sonrosada, los ojos le brillaban de gusto y el fumaba un cigarrillo mirando pal techo.

La nena, como la llamaba la madre tenía 35 años y el Roberto 38, ya era tiempo pa’ el casorio insistían en su casa. El siempre ponía excusas, que ayudaba a su mama, a la hermana que quedó viuda y algunas cosas más.

Pasaron dos meses y a la “nena” no le venía, no se habían cuidado, ¿ella que sabía de todo eso?, en su casa no se hablaba de esos temas y las amigas al verla tan santulona no se atrevían a decirle nada.
Se la pasaba descompuesta y a veces tenía que faltar a su trabajo-(ella es vendedora en la panadería del barrio).

Decidió ir al médico con la mamá, pensaba que estaba muy mal del hígado, je, hígado con patitas diría mi abuela, le dijo los síntomas que tenía y la madre se metía diciendo que era una glotona, que comía porquerías. El Doctor la miró seriamente y le preguntó el atraso que tenía, otra vez se metió doña Rosa diciendo que ella era irregular, porque no se que cosa de nacimiento y de los genes. El profesional se dio cuenta de todo e hizo retirar a la señora del consultorio.

La chica le contó todo ante las preguntas directas de él, estás embarazada le dijo tomándola del hombro con cariño, Lucía se puso las manos en la cara y se puso a llorar desconsoladamente. Como decirle a la madre, era tan brutaza que no la entendería, primero hablaría con el novio para informarle.

Lo llamó por teléfono y le dijo que viniera de inmediato, el le hacía preguntas socarronas y se reía sin pensar lo que pasaba.

Cuando vino a la casa, ella se echo en los brazos de el y se puso a llorar, entre lagrimas le explicó lo que le pasaba, el retrocedió pálido diciéndole que era imposible porque con su antigua pareja no pudieron tener hijos y la mujer le dijo que ella si podía, así que sin consultar a nadie, el estaba seguro.

No quiero ni decir todo lo que le dijo el Roberto, negando su paternidad y gritándole que ella andaba con otro.

Allí fue cuando la Lucia me vino a contar todo a mi, a su madre todavía no se animaba.

Bueno, los dejo porque voy a cocinar, ya tengo la acelga escurrida pa’ los bocaditos, otro día les cuento que pasó con la madre y el novio. (Si les interesa)