Dio una larga calada a su pipa y tiró su cabeza hacia atrás, lentamente sus pensamientos se embarcaron en un viaje por el pasado, mientras en su mano izquierda sentía el leve peso del bolsito que contenía la escasa provisión cannabis que le quedaba; cerró los ojos y la vio mirándolo desde su mediana estatura y pestañeando ininterrumpidas veces… todo había terminado… todo estaba hecho… la vida no era mas que un estorbo, como un fardo inútil del que había que deshacerse cuanto antes…
Habían sucedido tantas cosas desde aquella remota tarde en que se estremecía de sorpresa al ver cuan absolutamente diferente funcionaba el mundo, de lo que él se había hecho creer. No había solo dos líneas a seguir como única opción, ello presentaba ahora miles de posibilidades, de repente se sorprendió observando mas detenidamente todo cuanto sucedía a su alrededor; ya nada era tan sencillo como ver una pantalla y decir que hay un puerco y una hiena en ella. Era algo más completo, más complejo, su ser desarrolló una especie de facultad para ver en muchas perspectivas a la vez. Su hermandad, su familia, su sociedad; más allá de los muros de su círculo, sus conocimientos y sobre todo; ahora se veía a él mismo. ¿Qué veía entonces desde ese lugar de donde nunca antes había observado?...
Ernest había crecido en una familia que pertenecía a una comunidad religiosa, por tal razón su educación tenía como base los preceptos morales de la susodicha comunidad, esto parecía garantizar que sería un estupendo personaje ¡no podía esperarse otra cosa que un tipo de bien!; el riesgo de estropearse estaba bastante lejos.
Un respeto exagerado por las normas de la casa y de su iglesia, eran una muestra de que todo iba bien, además el contacto con el mundo exterior se limitó a lo estrictamente necesario. Hasta el punto de no establecer una amistad con alguien jamás que no fuera de los suyos. Dedicado por completo a los estudios, y, gracias a su rígido espíritu se doctoró en teología como uno de los mejores; titulo que granjeó jugosas propuestas de prestigiosos institutos de educación superior, propuestas que eran rechazadas por un rostro severo e imperturbable cuya boca emitía un “-créame no quiero aceptar su propuesta”- Un verdadero genio de la teología prefería seguir como profesor de una pequeña escuela. Ernest era el autor de: “un planteamiento lógico e irrefutable de Dios*”. Obra que había resultado ser toda una joya de la teología moderna. Lo cierto es que todo eso no había tenido ninguna incidencia en él. El mundo se resumía en su vida, sus aficiones, su Dios, sus hermanos; todo lo demás le era indiferente solo tomaba lo preciso de las otras ciencias. De alguna manera se las había ingeniado para funcionar de ese modo tan conveniente para él. Casi todo lo conveniente tiene un pequeño punto negro llamado “la otra probabilidad” ese punto siempre a estado ahí, casi imperceptible y un día cualquiera simplemente llama la atención de los sentidos y entonces ya no es solo un punto si no un gran portal que se abre hacia donde quieras ir. Ernest lo encontró una tarde mientras se entregaba a una especie ritual que hacía casi a diario. Monologaba por varios minutos contemplando su reflejo en el cristal de la portezuela que protegía su valiosa colección de libros: “estoy por encima de todo deseo banal e ilícito, lo que me inclina hacia Dios de una manera mas detenida, además me asegura estabilidad y me salva por ahí mismo de la estupidez, de pretender tener una vida a expensa propia; por otro lado me rodean personas con vidas al igual que la mía intachables, tengo la familia perfecta, poseo lo necesario ¿Cómo podría mi conciencia contaminarse con las cosas de este mundo?... ¿ qué mas puedo desear?...”-. Ese día reía complacido, percibía el mal como algo destinado solo a quienes se interesaran en el, y, él como un tipo audaz había sabido llevar su existencia totalmente al margen de este… _siempre hay algo mas que desear_ era ese el pequeño punto negro, desde ahí venía esa sentencia y luego; _mira un poco mas y veras los deseos fluir, te perderías en los miles que hay…_ Eran cosas en las que jamás debía pensar, y de repente las ve surgir en su conciencia como si un ser dentro suyo, aplastado por su perfecta vida hubiese soltado aquella ominosa sentencia y aunque huyera espantado y se refugiara en la aparatosa y ahora inútil estructura de su vida de nada serviría, al fin y al cabo era su ser y no había a donde huir.
Harris había quedado incómodo tras eso trataba de aferrarse a lo que creía y se aferraba a sus ídolos, sus figuras, las razones de su existencia estaban intactas, pero por alguna razón todo cambia constantemente y a veces eso hace que algunas cosas no se conserven intactas por mucho tiempo… las veces suelen ser tiempos relativos e inestables… las veces a veces son el comienzo de sucesos extraños y trágicos.
Una de esas veces trajo una realidad para Ernest, realidad que le golpeo duramente, pues se trataba de dos de sus principales figuras. Larry Hogans y Raquel Flowers. Uno presidía la asociación de caballeros cristianos, de quien Ernest dijera en cierta ocasión: “si este hombre no es una completa representación de lo que es un verdadero caballero cristiano, dudo entonces que alguien alcance a serlo; uno de mis mas vivos deseos es alcanzar su nivel”. En esa ocasión Ernest recibía una significativa condecoración en un congreso mundial de teología y lo que decía no era un soso cumplido. La señora Hogans era la versión femenina de Larry; secretamente Ernest deseaba que su madre fuera un poco mas como ella, claro su madre tenía aun muchísimas cosas que corregir, esa era una de las pequeñas cosas que de algún modo había incomodado su tranquilo mundo, pero ¡no!, era solo una pequeña cosa; Ahí estaba la piadosa señora Flowers, la humilde esposa del líder de su amada iglesia; con ella bastaba, todo lo que necesitaba era una figura para sentirse satisfecho de ella.
La fortuna había querido que el inocente Harris presenciara una negociación turbia y hasta malévola. Hogans y Flowers trataban con un sujeto de aspecto dudoso, a juzgar por sus dos acompañantes que portaban berettas nueve milímetros en sus cinturones. En este negocio se pactaba el precio del trabajo para el que había sido llamado el sujeto: una cantidad nada despreciable de drogas psiquiátricas provenientes de una institución mental perteneciente a la organización liderada por el esposo de la señora Flowers debía ser comercializada en las calles, y este hampón era el indicado –Arkov, sabes a lo que te expones si algo sale mal- era Raquel quien había hablado, y no era un simple recordar lo que había dicho al maleante. Era una sentencia dura y directa. –claro que lo sé- respondió sumisamente, y si que lo sabía, había visto a su socio y a su familia morir en una vagoneta frente a su casa, alguien los había atado con cables de acero a los asientos, para luego incendiarlos. Su socio había dicho algo de más y algo salió mal y como resultado se perdió un cargamento valioso; aquella vez Raquel había dicho que nada podía salir mal… Arkov se estremeció ante la posibilidad. Esa pareja eran representantes de una organización poderosa a nivel mundial con cientos de entidades como: hospitales, orfanatos, escuelas, universidades, asilos y otras por el estilo, perfectas para ocultar el verdadero trasfondo, la verdadera vocación de tan bondadosos y pacíficas causas. Lo visto por Ernest ese día era el modus operandi a nivel mundial se buscaban a hampones para que comercializaran las drogas en la calle donde producían grandes sumas de dinero, que luego era invertido en negocios como bares, clubes nocturnos de élite, prostitución de lujo, pornografía con personajes impúberes e inocentes; e incluso se rumoraba que también tenían sus manos metidas en los círculos oscuros de la música. _”el mundo de la maldad es profundo, sucio e infinito… pero hay mucho dinero y con el mucho poder ¿no es genial Larry?_ esas palabras sucias y repulsivas venían de los labios de su querida y admirada señora Flowers. Hogans sonreía, pero solo sus labios lo hacían, en su expresión no se veía el mas leve asomo de gesto como ese, sus ojos daban una impresión sombría… como una frialdad funesta, lúgubre…
Un sabor herrumbroso invadió extrañamente su boca. Esto como inicio a la sucesión de sensaciones que se desencadenaron por todo su cuerpo y su alma; vergüenza, odio, miedo… su mundo había sido profanado ¡¡peor!! Había sido burlado… ¡¡mucho peor!! El mal existía… aun para él.
Todo quedó hecho añicos, ya ninguno de sus argumentos valía la pena, su mundo había dejado de ser perfecto. De repente era una realidad dura e inquietante donde su estructurada vida no servía absolutamente para nada. El doctor en ciencias teológicas Ernest Harris entraba a conocer el mundo de la maldad, de la nada donde solo se es sin importar ser nadie, donde todo parece una caída vertiginosa e interminable y se vive mientras cae… y luego se olvida que cae… y luego ya no importa, por que vivir se convierte en una idea descabellada… ¿Quién pretende vivir cuando de repente todo lo creía ya no existe, cuando se desmantela todo un escenario de cariz malevo y terrible ante sus ojos y su alma aun es inocente e infinitamente ignorante? ¿Quién, ante la pérdida de la esperanza que todo estará bien algún día?
Todo lo que seguía era tratar de ubicar un lugar en este universo insoportable para él, o aceptar que jamás se reacomodaría nuevamente. Se sumió en una depresión prolongada durante semanas, en ese estado purgaba sus ideas, las exponía a la luz de nuevos razonamientos y se desmoronaban como un suntuosos castillos de madera apolillados y sin siquiera un débil clavo que una sus partes; ¡¡eran tan pobres, tan vanas!! ¡¡y pretender ostentar una verdad tan falsa como los pelos salidos a una botella!!. “fin de la farsa”, declaraba un oscuro ser que chapoteaba en el fango revuelto de su conciencia. Lo sentía crecer, matar al viejo Ernest, lo veía transformarse, impasible ante el dolor que implicaba desmenuzar sus figuras, contemplar sus fuertes ídolos esparcidos aquí y allá, al tiempo que se abrían mundos oscuros y desconocidos desde donde observaba la inutilidad de la existencia en este absurdo universo. En su transformación podía apreciarse un absoluto desdén por todo lo que significara estatutos, normas, leyes, moral, justicia, bondad, convivencia, comunidad, bienestar, salvación, libertad… el “algo”, todo aquello que fuera un algo ahora contaba con su desprecio.
Una noche se presentó ante la congregación ataviado con un impecable traje negro y con voz tranquila les anunció su renuncia a la posición, a su inútil vida de iluso, a su condición de caballero honorable- todo eso se puede ir al demonio si que a este le interesa- textualmente había dicho en aquella ocasión y a continuación siguió con una exposición en donde desvirtuaba cada una de sus doctrinas, ponía en evidencia toda la falsedad que constituía una vida como esa. Les hablaba a la conciencia, a lado oscuro y oculto de ellos, los sonsacaba hacia la nada, donde la cosas flotan sin ningún sentido en un flujo lento hacia los abismos de la confusión, del desconcierto, la intranquilidad- “si vuestros seres permanecen callados y ocultos tras una armazón de piedad y bondad aparente ¿con que responderéis a vuestro Dios? Con razones prestadas, o compradas, o robadas, o prefabricadas en templos perversos y siniestros como este… vuestros lideres os hacen simples peones en el perfecto juego del poder… y vosotros gustosos aceptáis el cómodo papel que os toca; abrazáis y laméis el yugo con que os atarán para llevaros hacia vuestro Dios, ¡¡si pudierais abrir vuestros ojos y ver cuan lejos os están llevando!!”. su voz, sus razones, sus argumentos; atrapaba a aquellos que escuchaban absortos y se miraban unos a otros con esperanza de hallar respuesta a los miles de interrogantes que surgían a la par de una sensación de vergüenza que experimenta quien esta frente al revelador de sus peores acciones. Pronto comenzó a saborear el exquisito placer de ver esos rostros desconcertados, confundidos; finalmente se había convertido en un ser perverso, eso era, no había mejor palabra para definirle.
Al partir ni siquiera reparó en lo fácil que fue todo, tanto así que si se le mira bien también podría calificársele de extraña. Debía llenar una forma que le había llegado a la dirección de correo electrónico creada con ese fin y devolverla a la dirección del remitente: little7hell_heaven7@gmail.com; cosa que hizo inmediatamente. Al tercer día le llego mail donde le anunciaban que en tres días le recogerían en la puerta de su casa y además le agregaban una nota “su petición de trabajar solo cinco horas diarias a sido aceptada, lo esperamos encantados en Little hell”.
Un elegante buick modelo cincuenta y cuatro, pero bien actualizado dio un bocinazo frente a la casa de los Harris. La persiana del auto era relucientemente plateada y rematada con una gárgola dorada que apuntaba su furioso rostro hacia el sur, dirección el la que estaba perdida la angustiada mirada de Katherin Harris, cuyo reflejo en el negro costado del buick adquiría un aspecto triste y lamentable al resplandor de las luces tenues y amarillas del alumbrado público. –Hacia allá no hay nada- dijo con voz extrañamente lejana y sin que su rostro cambiara de expresión. Ella era una de las figuras que aun quedaba intacta, sobrevivió a la purga, pero sin él a su lado sufriría, y quizás hasta se extraviara; sus palabras tenían cierto misterio, cierto tinte triste, como si provinieran de un dolor profundo o de la certeza de un destino aciago y maldito. La abrazó tiernamente –ya llegará el día en que entiendas cosas, se que entiendes muchas ahora, pero verás mas, cada día es una escena y un escenario distinto y quieras o no tendrás un papel en el… puedes crear un escenario propio, hazte un personaje, así crearas tu propio bien o tu propio mal…” susurro en su oído y le beso en la frente. -¿Puedes quedarte conmigo?- Eran cosas nuevas las que acaba decir su hermano. Todo un panorama de posibilidades se extendía ante sus ojos, quizás la pregunta venía de una real certidumbre: -“todo será terrible”- anunciaban sus demonios desde los abismos inexplorados de su alma.-“quizás todo sea más fácil si él está”-. Vociferaba su esperanza con gritos agónicos, mientras moría al verle partir.
-no- respondió y se volvió hacia el auto que partió en dirección al sur donde realmente no quedaba nada, pues era la última ciudad en aquel inmenso valle de por lo menos ochocientos kilómetros en donde el único montículo de tierra que se veía era el hecho por las hormigas al construir sus complejos subterráneos. De pronto Harris comienza a sentir extrañado como el auto empezaba a subir por una empinada cuesta, cuyos alrededores ofrecían un paisaje bastante inusual: una espesa niebla “azul nocturno”, esa era la impresión que daba todo, de estar teñido de un tinte nocturno, hacía pensar en la noche, en las tinieblas, en lo oculto; Ernest comenzaba a sentirlo, vivirlo. Algo en él se estremecía y su ser vibraba al ver esas formas grotescas y retorcidas de los esqueléticos árboles que alzaban sus ramas secas y estrambóticas, suplicando a un cielo muerto teñido con un asqueroso color rojizo y que insistía en decorarse un poco exhibiendo su luna roja como un ojo solitario sobre aquel mundo impregnado de tinieblas y deformado por la maldad. Por un instante saco la cabeza por la ventanilla del auto y el tiempo desapareció y todo era nada… y no era la luz, ni la oscuridad… un lugar que se hundió en el olvido absoluto, olvidado del tiempo y del bien y aun del mal… restos de batallas antiguas… perdidas y olvidadas también… lugar de almas malditas… miles de voces… gritos sin importancia…
-sal de ahí- grito el conductor con voz potente mientras lo devolvía al interior.
Habían pasado tres horas aunque no podía decirse que Ernest fuera consiente de ello; de hecho no estaba consciente de nada ¿de qué podía estarlo?... quizás se preguntara como tratando d hallar una respuesta mas precisa a todo lo que estaba sucediéndole en aquel momento, no podía pronunciar una sola palabra sobre lo que había visto u oído, por que no había nada que se asemejara a ello… ¿qué clase de lugar tenía un camino como este? La respuesta a eso debía ser mucho mas inquietante. Después de seis horas de viaje llegaron a la cima de la pendiente, donde había un altar destinado a adorar una especie de gárgola, aunque en realidad nadie podía decir a ciencia cierta que era esa cosa, -no bajes- dijo el conductor mientras apagaba el motor. Bajó del auto y ya no era el insignificante conductor era una criatura que se desplaza suavemente a través de la niebla y de repente Harris estaba contemplando extasiado a la figura estremecerse al sentir a la criatura sin forma que se acerca para decirle con unos chillidos algo que al parecer hace reaccionar a la cosa del altar por que todo aquel irreal escenario se llena de un rugido espantoso muy agradable para la criatura ahora danzante y extasiada como el mismo Harris…*(1) -tapate los oídos- le dijo cuando enfilaban hacia un pasaje metido entre altas paredes de roca, y le daba unos tapones. Se rostro era bastante torvo después de lo sucedido.
Mientras atravesaban el desfiladero Ernest sentía que se asfixiaba en aquella espesa oscuridad y en aquel absoluto silencio, quiso poder ver un poco hacia lo alto y descorrió una persiana que cubría el cristal trasero; todo lo que logró ver fue una estrecha franja color “azul nocturno” la profundidad de aquel abismo era pasmosa y Ernest no soporto el silencio y se retiró los tapones y entonces… solo los peores sonidos de todas las cosas sonaban en aquel hoyo; el peor gemido, el peor grito, risas de psicópatas asesinos, sonidos de golpes letales, de burla, sarcasmos, insultos… el sonido de la destrucción… el sonido del caos.. de la perdición… solo lo peor de lo peor entremezclado y esparcidos en ese verdadero hervidero de maldad…
De pronto después de una curva muy pronunciada desembocaron en un valle desde donde se podía ver a lo lejos las mortecinas luces de un pueblo, un pueblo cuya primera impresión era desconcertante y hasta pavorosa- bienvenido a la cueva del diablo- pensó y sonrió amargamente Harris. El conductor al parecer tenía ordenes precisas, pues lo dejó instalado en una espaciosa casa amueblada modestamente como el lo había solicitado. Tan pronto se quedó solo se tiró vestido en la cama cayendo en un profundo sueño inmediatamente y así a la vez en una sucesión de pesadillas extrañas y confusas.
El día siguiente le mostró a Ernest el estilo de Little hell: Las casa parecían estar construidas con un mismo plano el diseño, de las ventanas al estilo de las construcciones góticas con cortinas gris claro , que hacían ver cuan oscuro era el gris aplicado en las paredes como de diez metro de alto; los techos eran también altos y picudos, estos alguna vez habían sido rojos, pero ahora los cubría una gruesa capa de musgo, cosa que realmente era los excrementos de una horribles aves negras que revoloteaban y oscurecían el cielo y nunca dejaban de graznar. Las puertas de las casas tenían algo que captó la atención de Harris Las aldabas eran una figura del rostro de la cosa que adoró el conductor y unos aros con unas escrituras en el borde colgaban del mentón de aquel extraño rostro que parecía mirar indescifrablemente. Al estar frente a un pueblo perfectamente construido con calles perfectamente alineadas con andenes grises de un metro con cincuenta de ancho, sus peculiares picos ennegrecidos, la imponente edificación con sus doce picos mas elevados en donde funcionaba la escuela con sus altos muros y sus paredes grises; definitivamente no había color alguno en Little hell todo estaba abrumado por el gris, el negro y un pálido y repugnante blanco Ernest tenía la sensación que toda su vida era como una historieta donde suceden cosas exageradas, deformes e increíbles, o como una historia salida de una mente perversa y desquiciada.
Se fijó un poco en los transeúntes y sus rostros tenían una palidez cadavérica y unos ojos vacios y lánguidos, sus trajes eran de un mismo diseño y color: pantalón de pana, camisa de lino y un sencillo pero elegante saco, adornados con unas discretas mancuernas de bronce bruñido en donde estaba gravado el rostro de la cosa, el gris no podía estar ausente y se adueño de toda la indumentaria haciendo juego con las cortinas. Los chicos de la escuela también tenían su toque particular. A la hora de salir de las aulas lo hacía en orden absoluto, era un orden como el que se ve en un desfile de militares, solo que aquí era mucho más riguroso; todos seguían el mismo comportamiento sin importar el tamaño: hablaban discretamente y sin hacer ademanes o gesticulaciones exageradas; daba la impresión de haber sido sometidos a una disciplina estricta y severa o quizás esa escuela se trataba de algo mas que enseñar la e o inecuaciones o identidades trigonométricas o a pascal o a su santo tomas…quizás había algo mas allá de esos rostros pálidos y ojerosos, pero con ojos en donde podían verse inmensos abismos… ojos negros puertas de entrada o ventanas de salida, quizás las dos cosas al mismo tiempo, pero lo que había dentro eran verdaderos hoyos negros absorbiendo todo lo que pudiera absorberse… almas aprendices que quien sabe que asquerosas ciencias… o cosas.
A medida que Little hell iba tomando sentido para él, al intuir sus cosas su ser se adaptaba se sentía extraño al ver esos chicos devorando su teología, en apariencia lo habían traído para que expusiera ante aquellos capullos todo su conocimiento sobre un Dios con una naturaleza sencillamente incomprensible, inaudita,, claro y quien mejor que el doctor Ernest Harris. Aunque pronto cambiaría su apreciación sobre los motivos por los que estaba ahí. El espacio vacio que había en el comenzó a ensancharse y a llenarse con esas cosa que estaban en todo el espacio de ese pueblo… en ese nido del demonio. A medida que establecía esa débil relación profesor-alumno, de esas del tipo: “solo la cátedra, nada mas gracias”; a pesar de ello comenzaba a absorber cosas de esas vidas malditas y contemplar sus trasfondos turbios y ello le hacía comenzar a formar parte de Little hell… una noche el sueño no llegó y creyó que perdería la razón, aunque se preguntaba si seso no había sucedido ya tiempo atrás, Harris confiaba en que no y eso le tranquilizaba, al final todo era demasiado malo para ser mentiras. Gruñidos infernales producidos por Dios sabe que criatura, abría el interminable desfile de sonidos sobrenaturales y aterradores; arpas y tambores endiablados sonaban con unas flautas malditas y otros instrumentos que hacían sonar la música de los carnavales de tan sombrío pueblo. Pesados bultos se dejaban caer y rodar por los techos provocando gran estruendo, que era acompañado por risa histéricas y chillonas al mismo tiempo, mas bajo se podía oír quejidos de voces infantiles, eran lastimeros y desesperanzados. Sobre la gran luna roja se silueteaban figuras negras, con grandes alas que luego eran solo manchas oscuras que permanecían suspendidas en el cielo muerto. Eran noches eternas, de pesadillas vivientes, peores que las existentes en sus sueños; por momentos deseaba estar en ellas, pero al final terminaría adaptándose… quizás haría un lugar en él… quizás no…
Una mañana, justo cuando salía, de su casa para ir a la escuela vio a una chica de mediana estatura, cabello negro, al igual que sus ojos. Sus preciosas pestañas no paraban de subir y bajar, sonreía y cerca de la comisura de los labios formaba un hoyuelo(al que más tarde calificara Ernest de ensueño), sus mejillas eran de una palidez exquisita tocadas con un leve rubor portador del secreto de tan agraciada belleza.
-Soy Cristin Hammer- dijo la chica. Caminaba hacia él. Ernest estaba estupefacto ¡¡De DoNdE DEMonioS había SaLidO esa chica!! ¡¡Eso no estaba previsto!!... una oleada de emociones lo recorrieron y todo su ser se alborotó se volcó hacía ella. No rea como nadie en Little hell, sus ojos tenían mucha vida, su voz no era solo un sonido que se lleva el viento y tu atrapas solo un poco, no, su voz era para ti (él), para tu alma, para su ser… una pregunta a la que solo podía responder.-“soy Ernest Harris- sin siquiera tener la mas mínima idea en ese momentos de lo que significaba eso de “ soy Ernest Harris”… ella si.
-Mi padre es colega tuyo. Es el profesor Rog Hammer, el de filosofía- en ese momento recordó con cierta sensación de desconcierto la tarde en que lo vio salir de un sótano con la ropa manchada de sangre y jirones de cuero y restos de sesos pegado a unas botas de cuero que le llegaban hasta las rodillas; apestaba a amoniaco y maldecía terriblemente: Satanás os tomará y seréis sus malditos para siempre. Os freirá en sus aceites y seréis atormentados para siempre jamás…- cuando Ernest le preguntó luego le dijo que eran unos chiquillos a los que había asesinado por “salirse de control”- justificó tranquilamente.
-¿Rog Hammer?- se oyó preguntar asombrado a si mismo.
-¿Te sorprendes de que yo sea hija de ese oscuro personaje? Te contaré la historia por que estas aquí por que estoy aquí después ya no te sorprenderás con nada….
¿Conoces tú el significado de este lugar de los demonios?
-Conozco porque estas aquí-.
De pronto sintió que su existencia no era tan absurda o trágica como lo pensaba por fin no había mas que hallar, a pesar de no tener esperanza alguna había hallado algo que le hacía sentir completo, jamás lo imagino y ella estaba ahí sin pedirla sin merecerla… caminaron hasta un viejo árbol retorcido, de los últimos que sobrevivía en el parque frente a la escuela.
-una vez me fui de aquí- comenzó diciendo una vez se hubo sentado- Mi padre era un excelente personaje, lo amaba, era todo lo que tenía y quizá por eso no me importaba lo que hiciera o adonde fuera lo amaba por encima de todos las cosas, lo seguiría a donde quiera que fuera… cambió mucho de pronto era otro personaje y yo me adapte rápidamente me inventé mil razones para admirarle me las hice creer en nombre de mi amor hacia él. Una noche mí madre murió sorpresivamente y él se transformó aun más; ello me transformaba también…-.
Por un instante sus ojos cambiaron, se tornaron inocentes, como si toda ella no fueras mas que ese recuerdo de niña… recuerdo distante, inocente recuerdo…¡¡tan dulce!!, pero que solo le decía que hubo una vez un mundo en el que cantó, gritó, rió, salto, amo, lloró… lloró como lo hizo el día en que vio a su padre sentado en el banco rojo de patas largas desde donde le ordenó:- quiero que enciendas ese aparato y veas algo- La voz de Rog era tranquila, pero quizás eso era lo que hacia la situación menos tranquilizadora para Cristin. La imagen del video aparecía un poco borrosa al principio, pero luego podía verse una imagen de alta calidad. En este se le veía aplicándole una inyección a una señora mientras dormía tranquilamente con un rostro sonriente, como si sus sueños fueran dulces y felices. -¿quieres saber que le apliqué?- no había alterado para nada su voz.
-No. ¿Qué era?- esas serían las últimas palabras que pronunciara desde el mundo del amor hacia su padre, desde el absurdo mundo del amor. El la sacaría bruscamente de ahí, ella lo miraría con los ojos de niña impura.
-Resulta que mirando un viejo tratado sobre el cuerpo humano, me enteré que hay un punto específico en el que si te pinchan aunque sea solo un poco te mueres- se rasco el mentón unos segundos y se quedó en silencio mientras miraba a la mujer en la pantalla convulsionar espasmódicamente su mirada era serena pero maligna- ¿Lo ves? Es la forma como acabé con tu madre, era una inyección de nada un acto preparado solo para ti- Estalló en una carcajada histérica y las venas de su cuello se hincharon y su cara se enrojeció como una especie de animal asqueroso y perverso.
Cristin se cubrió los ojos con sus manos temblorosos y lloró sumida en la oscuridad tras sus párpados.-La mató, Ernest- dijo al tiempo que se secaba las lágrimas y volvía a su postura de antes. –La noche que me mostró como asesinaba a mi madre lloré hasta perder el conocimiento, cuando desperté estaba aquí y a pesar de tener solo ocho años, muy pronto tuve que aprender a ver para adaptarme, muy pronto tuve que aprender que Rog Hammer fue solo un tipo que cargo a mi madre y ya, que había muchísimo mas, cosas peores que esas y que tenías acceso a ellas , que podías aprenderlas, que estaba aquí por que podía aprender todo lo que quisiera para pervertirme, todo esto era una escuela de los infierno y lo aprendí muy bien me di cuenta que mi razón estaba aun intacta y por lo tanto no sería una marioneta de los infiernos, no tenía por que estar relegada a esa posición inútil. De algún modo este lugar no existe, al igual que muchos otros, no están en ningún lugar, no ocupan un lugar en el tiempo o en el espacio, nunca han estado en el pensamiento o en las conversaciones de alguien, pero de otro modo existe. Tu lo conoces, yo lo conozco, muchos lo conocen, pero si vuelves y tratas de hablar de e intentas hablar de él te aseguro que será imposible te confundirá de tal modo que hasta tu dudaras y terminaras olvidándolo. Hay cierta ventaja en el hecho de que este lugar no exista, le da la posibilidad de atraer cualquier cosa de donde quiera que sea ¿crees que todos los que hay aquí son de la tierra o de nuestro tiempo o peor, de la realidad? Little hell no existe y eso le da la posibilidad de atraer seres inexistentes o es que alcanzas a identificar todos los sonidos de las pacíficas noches- sonrió por esta última ocurrencia. Ernest sentía su cabeza grande por la cantidad de cosas amontonadas en ella había estado tan lejos de la realidad, aunque “realidad” era una palabra que se antojaba tan difícil como querer explicar la teoría de la relatividad a un anciano analfabeta.
-Conocí mundos antiguos detenidos en el tiempo, cuyos seres se hastiaron de saberes y conocimientos y se detuvieron y con ellos el flujo lento de cosas inútiles en que se había convertido sus “vidas” aprendí, viví como ellos hasta tener sus saberes, simples al fin y al cabo; deambulé, por espacios muertos, con seres sin forma, hay lugares sin tiempo, sin sol sin luna, sin luz, sin tinieblas… hay todo lo que tu mente pueda concebir, pero no ignores que en todos ellos hay seres que observan, miran cada parte de ti y tienes que aprender a ver como ellos, es todo lo que tienes que hacer…- se interrumpió para ponerse en pie-¿sabes?- siguió Little hell crecerá y tendrá voluntad propia cuando tu lo descifres y te adueñes de él tu voluntad será la voluntad de Little hell entre otras cosas Little existe por la porquería que segrega la mente humana… aprenderás tanto que un día cualquiera recordarás tu antigua tierra y de algún modo te cargaras con todo Little hell hacia ella y entonces todo será mucho peor… me importa un rábano el mundo me importas tu, quiero quedarme contigo… te sentí una vez. Se exactamente cuando alguien envía su porquería a este sitio te sentí y supe que terminarías aquí, fui a verte y ahí estabas, aquella noche frente a aquella congregación, pensé que sería buena idea indagar sobre ti y revise tu pasado tenías los ingredientes perfectos para convertirte en uno de los peores y también supe que quería quedarme contigo y te esperé, para frente a ti, terminar con este lugar.
-¿puedes hacer eso?- al decir esto alzo la vista y vio los techos picudos. La respuesta fue un chasquido y un:-¡¡claro!! Puedo- y el cielo fue atravesado por un relámpago que lo tiño todo con un violeta atemorizador y un gran agujero negro se abrió, para dejar ver a la infinita garganta que se tragaría toda esa revoltura de maldad. Las arpas, flautas y todos los instrumentos de las fiestas malditas volvieron a sonar, pero esta vez no emitían notas musicales sino una especie de gruñidos agudos; los relámpagos que se originaban el horizonte hacían palidecer asquerosamente el cielo invadido por miles de figuras aladas y manchas oscuras que ondulaban mientras eran atraídas desde el horizonte hacia el hoyo.
--Ves ahí va Little hell, solo lo peor clasifica para entrar, lo que nunca sirvió, lo que nunca se dijo, lo que no se oyó, lo nuca visto… frustraciones… todas las mentiras… todo el cinismo… ahí va… solo quedas tu…- hizo otros chasquido y agujero se cerró y todo a su alrededor era una llanura desértica y había un viejo árbol retorcido y Little hell no fue mas. – ve y conoce los límites e tu mundo, haz todo lo que quieras, explora tus profundidades, no midas nada, el mundo; todo puede ser infinito… en la nada las posibilidades son infinitas… sabrás encontrarme y sé que cuando lo hagas es porque tendrás todo lo que necesitas para estar conmigo y saber quien soy- sonrió al decir esto –sabrás volver a tu lugar- agregó y Ernest volvió…
“Hay un punto en el que lo que sigue es el comienzo del mismo circulo, ni siquiera es otro circulo; es el mismo”. Le había dicho Cristin en cierto momento.
Epílogo
Enderezó la cabeza, en los edificios del frente se podía ver el resplandor de las luces rojas y azules provenientes de las sirenas de decenas de patrullas aparcadas abajo, también los potentes rayos de unos reflectores atravesaban la ventana. Su sombra se paseaba sobre varios cuerpos tendidos a su alrededor. Cargó nuevamente su pipa y dio otra calada, miro a los cadáveres, veinte y cuatro en total todos muerto de la misma manera, todos personajes de importantes e influyentes instituciones religiosas, aun quedaban dos; Larry Hogans y Raquel Flowers. Ernest caminó hacia ellos. Hogans era el miedo personificado, claro el sabía que quien caminaba frente a él era el peor asesino de todos los tiempos… sus víctimas no podían contarse al igual que la variedad de horrores, un tipo de asesino que se aseguraba de hacer el último instante de la vida, el peor de todos.
-es triste para ti saber que tu cuerpo puede producir veneno para matarte ¿no Hogans? Debe ser desesperante sentir la sensación de la falta de oxigeno, del exceso de dióxido de carbono en tu sangre, los vistes morir a todos señor Hogans pudiste ver sus rostros; así morirás tu también señora Flowers, “el mundo de la maldad es profundo sucio e infinito” ¿no lo cree señora Flowers?- una vez los hubo asfixiado con una bolsa ziploc, dio otra calada su pipa y volvió a verla, mirándolo desde su mediana estatura y pestañeando ininterrumpidas veces… la vida era una cosa pesada que estorbaba, no había mas a donde ir, solo quedaba ella… corrió hacia la ventana y se arrojó y abandono su cuerpo en el tiempo y escapo de la vida, de la realidad… del tiempo hacia la nada… hacia ningún lugar… ya nada importaba mucho; solo estaba ella; y ella había dicho que la encontraría.
¿Haz escapado Harris? ¿Realmente has escapado?
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