Lo envolvía la nebulosa del desconcierto, la mirada ausente, inerte
en la vorágine de sentimientos, dolor, impotencia, junto a la cama en donde yacía Rosalía, a su lado un bebé lloraba desconsoladamente, poco más de dos horas habían transcurrido desde el momento en que con la ayuda de la partera, su madre le
había dado la vida.
Romilio se preguntaba angustiado cómo podría sobrevivirla y hacerse cargo de criar y educar, solo, a sus hijos, el mayor de ocho años y el pequeño recién nacido.
Salía a su trabajo de madrugaba y no regresaba hasta la hora crepuscular.
Recordaba la conversación que mantuvo con su esposa cuando el recién nacido anunció su llegada.
-Romi, si es varón lo llamaremos Mijhael.
-¿Mijael?, ¿qué es eso de Mijael? Miguel, Manuel, pero
Mijael ¿quién podría llamarse así?, admito que
a regañadientes aceptaste bautizar a Romilito con mi nombre, también te prometí que al próximo hijo
elegirías su nombre, pero, ¡vamos! ¿Mijael?
-Si, mi amor, Mijhael, su nombre será mi legado. Cuando bailaba en la Compañía de Madame Violette, soñaba que un día mi partner sería Mijhael Barishnikov, nunca sucedió, pero su destreza, su entrega y su pasión por la danza, me han recordado siempre aquella inolvidable quimera.
-Si es lo que deseas amor, será Mijael.
Ha sido su voluntad, se dijo a si mismo mientras salía de la habitación vencido por la tristeza con el niño dormido en sus brazos, -te llamarás Mijael, por mi dolor tu felicidad, serás un hombre honrado y trabajador, deportista ¡por supuesto! futbolista
¡eso! ¡jugarás en canchas internacionales con La Roja!
paseando la copa del mundo por Europa y América Latina, te honrarán catalanes, uruguayos y argentinos, serás el Pelé del siglo XXI con más de mil goles en tu historial, tu madre escogió con sabiduría tu extraño nombre, se escuchará en la tele y se leerá en los titulares de los diarios: ¡Mijael Ugarte, el goleador de La Roja!
Ensimismado en sus reflexiones le pareció que el bebé
hacía gestos de molestia, -debe de tener hambre mi niño. Se dirigió a la sala-comedor, su suegra, pese a la desgracia que vivía la familia, había tomado las medidas necesarias. Sobre la mesa un tarro de fórmula y un biberón. No hubo necesidad
de solicitar ayuda, la abuela ya había trasladado sus pertenencias y acompañaría a Romillo en su nuevo destino.
El tiempo no se detuvo por aquella despiadada pérdida, Mijhael cumplió diez años y su padre nunca logró que visitara la cancha de Football municipal, Mijhael bailaba por las calles siguiendo el ritmo de una música ficticia, la interpretaba como si una
corriente eléctrica recorriera su cuerpo. Debajo del colchón de su cama la camiseta roja, el short azul, las medias blancas y los zapatos de football.
En el centro comunitario del pueblo, una profesora de ballet
enseñaba la técnica a sus alumnas, invitó a Mijhael a
sus clases y sin comentarlo con su padre, tampoco con su hermano mayor, asistió furtivamente a las clases, escondía sus zapatillas de ensayo, obsequio de su profesora, en el mismo lugar en donde ocultaba su equipo de football.
El pueblo era chico, la murmuración habitual, el padre de Michael supo de la actividad que realizaba su hijo.
-El ballet es para niñas, Mijael.
-No, no es así ¿no has visto las películas de Gene
Kelly, Fred Astaire y Frank Sinatra? Son bailarines famosos y son hombres.
Muy irritado intervino el hermano mayor: -¡mariquitas eso es lo que son, tú también lo eres!
Romilio agobiado, abandonó su casa y se dirigió a la de la profesora.
-Su hijo tiene talento, déjelo que experimente la sensación de volar, he enviado los formularios de inscripción para que Mijhael se presente ante la asamblea de la Fundación del Teatro Colón
en Buenos Aires, lo aceptarán y cumplirá su destino, no debe quedarse en este pueblo para trabajar en donde todos trabajan por un salario miserable que se lo beberá, como todos, en el fin de semana.
El hermano mayor no podía aceptarlo, todo el maldito pueblo se
reiría de ellos y de su hermano bailarín.
-Hijo, démosle la oportunidad, es solo un niño de diez
años, además es lo que él quiere hacer.
Romilio tomó las pocas joyas de valor de Rosalía y en una casa de empeño las cambió por dinero, sus amigos y vecinos aportaron lo suyo y viajó con Mijhael a Buenos Aires.
Diez años más pasaron, en esta oportunidad con lentitud, cada día le parecía una semana y cada mes un año, la prolongada ausencia de Mijhael había encanecido su cabello y la tristeza de su rostro lo identificaba.
Un día de sol y aromas que anunciaban la primavera, un sobre oficial fue entregado a Romilio personalmente por un mensajero, era la
invitación al debut de Mijhael en la gran gala del Teatro Colón.
Organizó su viaje y junto a su hijo mayor asistió al magno evento.
El teatro estaba en penumbra, solo iluminaban las pequeñas luces del
podio del director de la Orquesta Filarmónica que ya comenzaba los primeros compases de El Lago de los Cisnes, ingresan al escenario
bailarines que toman su posición escénica, la orquesta inicia un crescendo sobre un solemne redoble de timbales y en impresionante vuelo
surge desde bambalinas Mihjael, ejecutando un salto que desafió la gravedad, un fénix alado que emerge desde su innata pasión
hacia el infinito, con la cadencia de la poesía y su música, cada movimiento un verso, imagen y fantasía, un lucero en vendaval
de brisas hacia el espacio, en la armonía sublime del universo y su luz.
En el frontis del teatro, un letrero iluminado con luces de neón
anunciaba: _Mijhael Ugarte_ _El Lago de los Cisnes_ de _ Ilyich
Tchaikovsky_
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