La noche traspira tus ojos
arde en secreto tu vientre
pacta tu celo el tratado
que te haga vencer a la muerte,
la luna exige un señuelo
tu cuerpo sufre el velo
escondes la prisa apenas
a sorbos, te bebes la espera.
Nerviosos los duendes espían
tu cuerpo sutil de sirena
tus poros de azucarado pecado
tu susto, de dócil manceba.
Las yemas erizan la tierra
centellas relumbran inquietas
redimen tus ojos la veda
tu vestido ¡se quema! ¡se quema!
Cae tu cuerpo ansioso de urgencias
aboliendo en secreto, la resistencia
ardiendo los paños calcinos
soplando residuos de veda.
Detienes el tiempo en tu templo
lento navegas..., navegas
mareas de sordos sonidos
liberas soplando entrega
sin culpas, enfrentas mis ojos
tus labios caminan a ciegas
ahora respiras, deseas
el tiempo eterno se vuelva.
La noche tumbó el pecado
tu cielo gotea sin quejas
te miras después de los besos
de amantes, de lo que sea...
vigilas al instinto vacío
tus manos son brújula, senda
torpe retomas la quema
tu sangre se vuelve yedra.