Inicio / Cuenteros Locales / La_columna / Reflexiones a la hora de la cena (En una semana de sinsabores) –Por El_Galo
La lucidez es un emblema que, a veces por accidente, sólo despliega su naturaleza efímera de acuerdo a la presencia, siempre inesperada, de una incertidumbre. Y, sin ir más lejos, es hasta bizarro que medite estas líneas mientras, al mismo tiempo, saboreo como cena un plato de papas fritas. Curiosidad mediante, cuesta no caer rendido ante el salado crujir de una bondad que seduce, casi sin distinciones, a todo cuerpo o sentido. Allí, en ese instante de comunión con la experiencia sensorial, todo lapso de razonamiento queda relegado.
Paradójicamente, cada papa degustada me conduce a pensar en el futuro; en esa similitud que, bajo el manto de la tentación, permite igualar a las impresiones de consumo alimenticio con la impostergable necesidad de postular empresas a largo plazo. Prácticamente, el deseo es el mismo. Como si de una delicia se tratara, devoramos ideas con avidez, descartamos precipicios y, a la par de nuestros cuerpos, alimentamos nuestros sueños. Sueños que jamás son en presente.
Habrá quién defienda aquella oxidada utopía que sostiene al viejo “vive día a día” como postulado, pero eso resulta más acorde a un ejemplar de ganado vacuno -condenado al matadero- que a un hombre orgulloso de su condición. Así, y sin olvidar a Castoriadis, en tanto seres dotados de imaginación nos resulta imposible no efectuar construcciones hacia adelante. Y esto pese a que, en diversas oportunidades, los cimientos de tales especulaciones no sean más que pilares de niebla ensamblados con abundantes dosis de fe.
Si bien es cierto que existen muchos individuos que aspiran a sostenerse dentro de un estado de pura inmediatez, tal falacia no hace más que confirmar, en definitiva, que existe un oscuro temor que, inclemente, impide reconocer que todo lo que efectuamos lo realizamos apostando, siempre, a lo que vendrá. Obviamente, esta apreciación no tiene como fin principal dar cuenta de culpables sino de víctimas. Hombres y mujeres que, sujetos a una época que antepone sin disimulo las respuestas a los interrogantes, atraviesan la pradera de la vida con la siempre digna necesidad de sobrevivir. Pero, pese a esta tendencia a acotar el horizonte de posibilidades, esto es, la proyectualidad; los deseos fluyen en soledad y con suma autonomía.
Por lo tanto, nos vemos obligados a alimentarnos con tales dilemas. Es algo inherente a nuestra especie. Experimentamos, fracasamos y volvemos a reanudar la partida. A veces caemos en el engaño y, en otras, la tentación se desnuda y adopta una sombra real y concreta. Lo cierto es que apostamos una y otra vez. Y esto más allá de que nuestra conciencia niegue toda participación en el delito. Intentamos escalar el muro pese a que hemos caído de él cientos de veces, y en tan sólo minutos. La otra variante es la inercia, y el error de traicionarse.
Así, la opción del “vive día a día” estaría lejos de interpretar a un temor construido en virtud de todo aquello que pueda suceder en el futuro. Por el contrario, es producto de aquel espanto que nos produciría el ser incoherentes con lo que nuestra conciencia nos dicta. Nos asusta nuestra debilidad, no la del mundo. De esta forma, ilustramos una salida oportuna que nos permita, en muchos de los casos, asumir y justificar de mejor forma nuestros fracasos.
Pero hay algo que no debe olvidarse: los sueños existen. Y nacen al mundo con un fin determinado. De ahí que, alguna vez, habrá que reconocerlos, legitimarlos y saber defenderlos de acuerdo a lo que somos: imaginación. De lo contrario puede ocurrir que, durante una cena como la que ahora finalizo, al comer esa última papa cocida en el aceite del Ser, nos demos cuenta que nuestro destino no ha sido otro que el de morir incompletos y, lo que sería peor aún, todavía hambrientos de aquel deleite que implica el inventar un nuevo amanecer.
Patricio Eleisegui
El_Galo
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Texto agregado el 23-07-2004, y leído por 639
visitantes. (5 votos)
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Lectores Opinan |
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25-07-2004 |
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¡Excelente, Galo! Cuando leo algún texto de La Columna lo hago con mayor que de costumbre. Coincido totalmente con tu aguda reflexión. El futuro y la esperanza son constitutivas de la condición humana. En mi modesta opinión el "CARPE DIEM", en nuestro sobrío mundo actual, tiene algunos tipos de manifestaciónes, según sea la región o la cultura. Creo que en Argentina roza peligrosamente. Con respecto a tu texto, y siempre con el ánimo del diálogo-enriquecedor, me pregunto dos cosas: ´1) ¿no sería mejor, quizás, en lugar de decir "oxidada <b>utopía</b>", utilizar otro sustantivo, como por ejemplo, <b>sentencia</b>? O algún otro término, pues "utopía" va adquiriendo cada vez más, connotaciones muy ricas. Me parece. 2) "Somos: imaginación". Claro, tienes toda la razón del mundo. ¿No sería conveniente algún enunciado para abrir más el texto de la proposición...pues somos muchas cosas...me parece.
Si no sirve lo que digo, hay que tirarlo.
Para tu texto: una cascada de estrellas. Máximo islero |
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24-07-2004 |
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De acuerdo contigo (100%)..., ahora precisamente siento ese "dolorcito" agradable que es el hambre...(y voy a comer solo..., pensando en lo que tengo que hacer...en este mes que viene). Un abrazo. CalideJacobacci |
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24-07-2004 |
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Excelente galo ¡Cuánto me ha gustado ese almuerzo de "papas", reflexionando, en esa acogedora intimidad de la cocina! Y es que hay que tener siempre un bloc de notas y lápiz, pero muy a mano ¿no crees?, para que no se escape nada, porque siempre se presentan las mejores reflexiones. Y ahí estamos, acuestas con ese día a día, ese efímero presente, desenredándonos del pasado, y devorando con imaginación y avidez los sueños del mañana. Un beso. maravillas |
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24-07-2004 |
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El Carpe diem es una filosofía que difícilmente será adoptada por los jóvenes . La vejez impone una práctica compulsiva de esta máxima que se sostituye con "is now or never". El concepto es generacional. Si no fuera así se negaria el progreo, la investigación y la esperanza. Yo he llegado a la edad del carpe diem, pero admiro a los que luchan para transformar el mundo en un lugar mejor. Gracias por tu generosidad . Yvette NINIVE |
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23-07-2004 |
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Me comería más y más y más papas fritas. Pero me pueden caer mal, puedo engordar, me van a salir granos por el aceite. Y si todo eso pasa, voy a tener que hacer dieta, ir al dermatólogo, ¡¡no comer papas fritas por mucho tiempo más!! AHHHH!!!.
"Vaca te queremos, vaca te adoramos..."
***** Genial reflexión, y me dá pena decir que estoy completamente de acuerdo con vos. Oliveria |
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23-07-2004 |
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Desde la sabia: "Sólo sé que no sé nada", un humilde vacuno devenido en ser humano, agotado de remontarse al pasado, que siempre pudo haber sido mejor de lo que fue, y de proyectarse a un futuro, que no por incierto trae alguna porción de ventura, el aceptar el presente como el apetecible plato de crocantes papas fritas para degustar, y disfrutarlo una a una, desde que te las vas introduciendo en la boca con los dedos (na de tenedor) y las aprIetas con los dientes extrayéndoles todo el gusto crocante que cargan...y te dices, sólo esto. Ahora, sólo esto. Y cuando besas a una muijer deseada que se encuentra enfrente tuyo, y te dices, ahora, sólo esto, sólo esto...Y cuanto te enfrentas a la pantalla vacía preparando tu Columna y hurgas en tu imaginación, también, ahora, sólo esto. A mí, personalmente, sólo el presente me hace reír. Y eso me gusta. Y me digo, ahora, sólo esto: Simplemente, reír.
Un abrazo. albertoccarles |
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23-07-2004 |
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excelente, comparto el comentario anterior, partir de un pato de papas fritas, pasar por los suueños y el hecho de morir imcompletos me areció realmente magistral
mis felicitaciones sinceras
saludos india |
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23-07-2004 |
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Bordar una reflexión profunda como esa, a partir de un plato de papas fritas, es arte y pensamiento filosófico avanzado. Es manejar los pensamientos y las palabras con la facilidad de freir el tubérculo, como dices, en el aceite del Ser.
Pero es mucho más complicado darle ese sabor a la vida, sin evolucionar y crecer. rodrigo |
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