Inicio / Cuenteros Locales / pitrimitri / EL ÚLTIMO BRINDIS
Sabía que dar pábulo a las mentiras sería exacerbar los ánimos de por sí ya alterados. Prefirió escanciar la chicha que espumosa bajaba hacia el tonel para que madure. El sombrero le cubría parte de la frente sudorosa. Por momentos miraba la majada donde el ganado ingresaba con paso lento seguidos por los pastores que terminaban la larga jornada.
El rio murmuraba a la distancia como el rumor que corría por el pueblo. Se decía que Eleuterio, su compadre y amigo, se ufanaba de haber dormido con la Paula. Ella lo negaba todo. Claro que podía haber sido el trago lo que inventó la patraña o tal vez la envidia, quien sabe, además como saberlo.
Esa mañana se levantó más temprano que otros días ganándoles el despertar a los gallos. La Paula se restregaba los ojos cuando prendió el candil. En silenció tomó el costal que había preparado la noche anterior y se lo puso en los hombros. Alistó al viejo caballo percherón que lo ayudaba con el arado sólo con la carona sobre el lomo, le ajustó la cincha y con su carga se encaminó por una ruta sin caminos.
Necesitaba tiempo para pensar. Tiempo y la claridad celeste de los cielos de la campiña serrana que iluminaran sus oscuros pensamientos y lograran extirpar esa espina que la sentía incrustada en su mente desde qué como un susurro caliente llegó a sus oídos. La duda le creó la maldita desconfianza y con ella la sospecha que le ronroneaba por las noches hasta hacerse insostenible. Imaginaba, a veces, a la Paula jadeante y sudorosa en los brazos del felón que tocaba el cuerpo de la infiel hasta hacerla gemir
Apostado sobre la roca del cerro miraba la fosa recién cavada. Ya se encontraría con él. Sólo tenía que esperar que la chicha madure para hacer el último brindis…
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Texto agregado el 05-11-2011, y leído por 186
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