Padezco de insomnio desde que unas sombras se paseaban frente a mi cama,
Unas cadenas se ataban a mi cuello,
El canto fantasmal me anunciaba lo más temido,
Mientras los duendes se colgaban de mis dedos,
Divisaba de lejos una luz no se si de esperanza o de algún barco pesquero,
Repleto de hombres falsos y bien vestidos,
Con vos fuerte y tatuajes en el brazo izquierdo,
Como Popeye o alguna caricatura mal dibujada,
Con el sonido del reloj aun colgado de la pared,
Con sus agujas trituran mis sentidos,
Cada segundo eterno,
En la frialdad oscura,
Un ratón queriendo llamar mi atención y hacerme compañía,
Uno que otro grito desesperado entre los escondites de ladrones,
Tanta quietud en esta turbulencia,
Tanto aire que no respiro,
Tanta sed que no sacia,
Tantos pensamientos vacios,
Ojos cargados,
Hombros tensos,
Restriego mis manos en mis cabellos ya sueltos y despojados.
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