De nuevo el murmullo…
El desesperado amor invisible, debatiéndose en lo que es real y lo que no
Un simple proyecto, hecho la más cautelosa estrategia, cuando la realidad, de repente parece perdida
Los lazos de los mundos se enredan y el caos habita en perfecta armonía.
Es inevitable respirar, porque, inconscientemente, el sujeto sabrá siempre que de ello depende su frágil vida
Sin importar que esta, tan solo sea un sueño,
Un sueño más de otros tantos en los que permanece ahogado
Me preparo ingenuo, entonces, a la frenética cruzada.
Surjo en el inmenso mundo, como diminuta oruga en un bosque oscuro
Hiedra venenosa alimenta este cuerpo, rosas sangrientas mi dulce morada
Danzo entre la niebla, la hierba crece siniestra, en el caótico sepulcro; donde esta mi CORAZÓN
Devoro mis recuerdos, recorro el cementerio, mi alimento son los muertos, deliciosa tentación.
No hay luz en mi ventana, solo viejas telarañas, esclavos sin un dueño, perdiendo la razón
Escalo la madera, mohosa de la puerta, y junto a telas viejas, empiezo la misión
El ruido de los hierros, da el ambiente que deseo, crujidos en el suelo, macabra emoción
Y empieza la tarea, un atuendo y finas sedas, un capullo de secuelas, es llamado evolución.
Entro al lapsus vivo-muerto, meditando en mi encierro, el perfume de las rosas tiñe de rojo mi visión
El aliento de los muertos, me alimenta mientras duermo, me impregnan en silencio, aumentando mi rencor y transcurren las semanas, aun sin luz en la ventana, y el silencio es adornado, con mortuoria perfección
El capullo se calcina, ya está abierta la herida, es lenta la salida y tan frágil la elevación.
Jonathan Yukito Lesmes |