Me encontraba habitualmente en esa plaza caminando,y como era de costumbre la gente me miraba.
Sus ojos, al contrario que hace unos años, no me taladraban las espaldas, si no que, ya no me importaban en absoluto.
Tomé un sorbo de mi agua, la sed había sido tanta que el agua bajó con dificultad de mi ya desierta garganta.
Me senté agarrotada.
Estiré mis dedos, éstos sonaron.
Más gente me miro , dos viejas comenzaron a cuchichear , proponiendose venir a preguntarme que me había sucedido, pero luego sólo se limitaron a mirarme con los ojos salidos de órbita a causa del orror.
"Debió ser su marido" dijo mi vecina a su esposo.
Toqué los moretones de mis muñecas, e hise un gesto de dolor.
No se cuánto tiempo estube allí, pero las personas iban disminuyendo y se incrementaban otras nuevas.
Me preguntaban cosas, pero no entendía, ni quería prestar atención a cualquier cosa que decía.
Luego se oyó una sirena, seguido de una puerta cerrandose y dos policías bajaron a recogerme.
Un vecino allegado a mi, se acerco temeroso:
"El marido la golpea constantemente, hemos tratado de hablar con ella pero nisiquiera nos mira, no sabiamos que hacer"
El policia asintió, alumbró mis ojos con una lintera y me alsó.
Dentro de la patrulla, me sentía volando.
Observe mis manos nuevamente, cubiertas por sangre...de mi esposo.