dicen que todos temen morir... es verdad, todos tememos lo desconocido... vivir es más fácil pues es lo que tenemos por un tiempo... morir es cuando no estamos más, así como todo lo futuro y pasado...
estando muerto salí del recuerdo de uno de mis hijos cuando miraba mi foto... estuve con él por espacio de segundos o instantes... quise decirle algo pero esto de estar en todos lados así como el aire te da una especie de frágil voluntad... le escuché hablar con algo dentro de él, decir que era un hombre errado, lleno de egoísmo, de malos y peores sentimientos y que mi madre era una santa... en éste estado de perfección todo se entiende pues se ve todo y no cuando se vive que en parte se aprecia y ve... hablé con el sol y el viento y pedí un anhelo o voluntad al gran hacedor... el sol brillo y el viento despeinó los cabellos de mi hijo que ya contaba con más de sesenta años... este miró al cielo y el sol quemó sus ojos por breves instante y tuvo que cerrarlos... allí estuve con él, pegado a su conciencia y recuerdos... como un arquitecto diseñé lugares hermosos, llenos de verde y aire nubloso y dorado, con una mano blanca que cogía sutilmente sus manos le llevé hacia un hogar en donde yo estaba echado, enfermo sobre una caja de madera como cama, mientras mi padre laboraba por un poco de pan y mi madre estaba en las calles vendiendo pescado... allí estaba y le miré a los ojos y le dije que le amaba, luego, soplé... mi hijo abrió los ojos y volvió a su realidad con el corazón lleno y un extraño sentimiento de pesar que aliviaba sus heridas llenas de pasados podridos... se levantó y volvió a mirar al cielo y escuchó del fondo de su corazón el sentimiento más bello de la bondad y el perdón... mi imagen a través de nubes en el cielo tomo forma y éste sonrió... luego sentí que volvía a ser uno con todo, volvía a sentirme parte de ese cuadro vivo del amor y la verdad...