¡Oh Carpintero! Dime porqué
ya nadie recuerda tu nombre.
Porqué tu pueblo ignora tu cruel sacrificio
Y desangra a sus hermanos.
Dime dónde quedaron tus herramientas,
Dónde quedó el manto de tu sangre.
De qué sirvió la acidez de tu copa
Y los versos que predicaste.
Pues tu nombre sirve para llenar la boca
De hipócritas oradores,
En tu honor falsos filántropos
Visten sus manos de oro
Y sus cuerpos de sea,
Hablan de bondad desconocida.
Siento tus lágrimas caer del trono,
Oigo la voz desilusionada de tu Padre,
Por nuestra agria retribución.
Carpintero, quizás hoy alguien siga tus pasos,
Por eso siente tu tarea cumplida.
Tu Padre salvó una vez a tres de Sodoma y Gomorra,
Por eso , tal vez, no fue en vano tu labor,
Entre oídos sordos habrá alguno que te escuchará.
Mientras yo me considero en traición,
Ya que, aun sabiéndolo, no seguí tus pasos.
Valoro tu camino, Carpintero,
Sé lo hermoso que puede llegar a ser,
Pero no puedo obligarme,
Siento que no es el mío.
Gracias por los valores que me dejaste,
Por ahora seguiré mi propio camino,
Puede que más adelante se junten
Y formen un sendero que llene
Mi cuerpo vacío.
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