Cuando te encuentras un libro interesante o que te fascina, puedes leerlo de varias formas: despacito, disfrutando de cada frase o cada línea leída, y reflexionando luego; en dos o tres sentadas, sin importar que no hayas lavado los trastes todavía o que viajes parado en un vagón del metro; o simplemente, de un tirón, devorando su contenido, sin importar si a tu alrededor se cae el mundo. Hay muchas más; pero estas tres son elementales. Hasta aquí, todo está bien. No hay nada que se oponga a terminar felizmente la lectura de un libro.
El problema empieza cuando, mientras lees, te vas dando cuenta de que aquello no era lo que esperabas. A lo mejor algún amigo te recomendó aquel libro; tal vez, lo reseñaron en la radio, televisión o alguna revista y pensaste: voy a conseguirlo; te lo encontraste de ocasión mientras hacías las compras del super y te latió comprarlo; costaba veinte pesos en un puesto del tianguis y si comprabas tres, te los dejaban en cincuenta; el título y el comentario de la tapa posterior, se veían tan atrayentes, que pagaste en la librería, sin poner peros, los trescientos pesos que costaba. Con cuánta ilusión adquirimos un libro. Tenemos la esperanza de que va a gustarnos, porque hemos hecho una buena compra, ¡si somos rebuenos para eso de elegir libros! Eso es cierto, como sucede en cuestiones de religión o fútbol, en literatura también nos creemos maestros. Y ahí estamos, con nuestro libro en las manos y cómodamente instalados para disfrutar mejor aquellos momentos y entonces damos una cabezada, y luego otra, y las letras se nos pierden, mientras percibimos que nos gana el sueño, o el aburrimiento, o que por una desconocida razón no comprendemos del todo lo que llevamos leído. Entonces, a veces más pronto o después, el libro aquel se va quedando olvidado: lo vemos, pero no tenemos ganas de abrir sus páginas; nos entra el desgano para continuar leyéndolo.
Suena extraña la frase: cementerio de libros; sin embargo, describe muy bien el estado en el que terminan. Las llamaré, mejor: lecturas inconclusas. De éstas, tengo una lista casi interminable; sólo mencionaré las más recienrtes:
1) La sombra de Poe, de Mathew Pearl: después de más de cien páginas, el protagonista sigue empeñado en descubrir las verdaderas causas de la muerte de Poe (labor muy interesante); pero no pasa más a fondo y aquello aburre.
2) Las llanuras del tránsito, de Jean Mauel: muy descriptiva. La Mauel, se pasa más de 300 páginas, diciéndonos como es el entorno y la vegetación prehistórica, ¡qué flojera! Y hago constar que el anterior: Los cazadores de mamuts, es muy bueno.
3) Caballo de Troya 2: J. J. Benítez, me endilga 150 páginas en la preparación del segundo viaje, lo que me desespera; cuando lo que quiero, es seguir leyendo sobre los hechos de la vida de Jesús.
4) Introducción a la Lógica, de Raúl Gutiérrez Sáenz: empieza muy bien, describiendo en forma sencilla las primeras nociones de la materia; cuando los términos y las clasificaciones empiezan a complicarse, no hay quién me quite el sueño.
5) La guía para poner tu negocio/ El Inversionista: estoy preocupado, como todos, por la economía; sobre todo la que tiene que ver con mis bolsillos; pero es tanta la información y la letra tan pequeñita, que de verdad me gana la flojera.
6) Flush, de Virginia Wolf: aunque es una novela corta y el comienzo no está del todo mal, el simple hecho de constatar que habla sobre la vida de un perro, me da ya de entrada cierta tirria, cierta modorra.
7) El pintor de batallas, de Arturo Pérez Reverte: me ilusionó mucho en un principio, después comencé a perderle la atención y finalmente lo dejé por ahí sin terminar.
En fin, sólo hay de 2 sopas: libros buenos y libros malos. Esta afirmación es muy subjetiva, porque los libros que a mí me parecen buenos, pueden no parecérselo a muchos otros. Y los que me parecen malos, podrían ser de los favoritos de alguien más. El dicho vulgar dice que “en gustos se rompen géneros” y es una verdad innegable. Como lectores, vamos probando de ambos, más si devoramos cualquier libro que cae en nuestras manos.
¿Y tú, tienes tu lista de lecturas inconclusas?
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