El reloj marca la hora, hora exacta de tus palabras, donde se deslizan por tu boca y reposan en mi mente. Rompen el silencio que me agota, dan fin a mi espera, sacian toda mi loca ansiedad y se roban por completo mi atención. Pero veo tu silueta y sé que ya no importan las palabras, sino lo que hay detrás de ellas. Esa boca que la habla...
Texto agregado el 28-10-2011, y leído por 150 visitantes. (4 votos)