breve reflexión basada en una historia real:


Un dolor agudo fue el grito que quebró el alma de las nubes:
un millón de vidrios clavados en sus huesos le hicieron saber que aún estaba vivo.

No sabía si la sensación era de placer o de odio exactamente, pero esa cárcel de oscuridad le atraía como el castigo más merecido por su acto de violación hacia todo lo que fuera el mundo de los pájaros oceánicos.

Un vuelo osado hacia el imperio del cemento fue lo que le atrajo como sublime acto de revolución; solo la meta de llegar lo sostenía firme en el viaje desde la furia salina hasta la micro ciudad. Sabía que sus alas habían capturado suficiente sol como para ensombrecer a todos los hombres, haciendo sentir en ellos un miedo sobrenatural. Sería un acto sacrificial.

Llegó rápido, impulsado por un viento a favor que podría haber trasladado también a todos los barcos y destruir de una vez el origen del odio y del óxido.
Era una misión y su ideal desenfrenado era aterrizar destruyendo algo difícil de interpretar.

De alguna forma fue herido de muerte por la cruel vitrina de un Mall; se estrelló violentamente contra los vidrios, mientras un espectáculo de gente alegre seguía tomando helado, un poco asombrada de ver esta anomalía.

¿A alguien le habrá sorprendido más de cinco segundos este kamikaze fanático del pelícano?

¿Alguien supuso que sería un acto terrorista y organizado proveniente del mar?