Mi vida era normal, viajes, negocios, dinero, amigos en fin todo en su justa razon, pero me sentia en soledad, ya no era lo mismo, sentía la necesidad de conocer a alguien, en cada rincon de la calle, en cada rincon del mundo buscaba con ansiedad esa media naranja que te hiciera cambiar el mundo, y al fin por una casualidad del destino aparece ella, hermosa, radiante, inteligente, todo lo que queria encontrar, empezamos a salir y a conocernos, la vida se lleno de ilusiones, el sol iluminaba de tal manera que todo se veia hermoso, te mirabas al espejo y encontrabas toda la maravilla del ser humano en plenitud, y me entregue por completo en cuerpo y alma, sentia que mis temores y miedos se habian retirado a su fin, el mundo sonreia y todo alrededor era color roza, tu sonrisa de oreja a oreja era inevitable, y asi pasaron algunos años en plenitud, y pasó lo enevitable, lo espantoso, lo que no es explicable, ella, mi amada, tomada de la mano en pleno verano con mi mejor amigo, y no creia, no podia respirar, el corazon parecía que estallaba, y mi cordura enloquecía, me senté al lado de un banquillo, blanco, pálido, con los ojos rojos que se me salían de la presión de mi cabeza, me calme, parecía que mi alma estaba vagando, no podia creerlo, reventé en llanto, la gente pasaba por mi alrededor y miraba con cierta angustia, no sabía que hacer, correr, tirarme al vacío, morir, eso era lo que quería, morir, y me levanté con cierta dificultad, pero destrozado, sin saber que hacer, ella al verme separo las manos para desimular esa atrocidad que había visto, mi cuerpo temblaba y palido como un papel, me levanté y tomé rumbo a la casa, cuando llegue tomé una botella de vino y con cierta locura miré el velador y observé las pastillas que tenía para dormir y entre en colapso y las ingerí completamente junto con el vino y tomé el auto en forma abrupta y aceleré con llantos y lagrimas en mi corazon, no se porque en ese momento algo sucedio, será dios, que paré el auto, baje del él y en estado casi inconsiente alguien me ayudo y me llevo a un hospital, cuando desperté no sabía donde estaba, pero al recordar estallé en llanto y mi angustia se apoderó de mi, me sentía despechado, triste, y sin vida, regresé a mi casa y estaba vacía, me recosté y lloré nuevamente, miré al cielo y solo dije "DIOS MIO POR QUE A MI" me sentí despechado.