Ayer necesitaba verte para necesitarte hoy, hoy necesitaba necesitarte para querer verte mañana, mañana quiero verte para quererte y para necesitarte.

Un día anterior a ayer, perdido en el antiguo testamento de tus ojos, en el año menos uno de tu era, apenas era capaz de ver a través de tus pupilas. Hoy me declaro un fiel de la religión que fluye de tus labios hasta tu ombligo rodeando tu magnifico cuello, siguiendo el camino de lunares que cuenta la leyenda, persiguiendo el tesoro escondido en tu espalda, allá donde mis dedos, encuentren la cruz, a la altura media de tu pulmón izquierdo, se esconde el precio del paraíso.

Bésame ayer, para que me dure mañana, el rubor a medias de tus mejillas, abrázame hasta mañana pensando en que ayer, pensamos que no habría un mañana. Dale un mordisco a la manzana, y peina tus dientes con el oro de su piel, que resbale su jugo por la comisura de tus labios, dejándome un camino de estelas doradas para seguir con mi nariz, con mis manos...
Se me escapan las horas en minutos a solas, el frío ya no es tan frío, el mundo se equivoca.

Atraviesa con tus ojos mis hojas, donde escondemos las cerezas rotas, las cerezas que robamos de otros sitios, y las cerezas que solo tú y yo conocemos. Sonríe para que las cerezas sigan saliendo, de mis dedos, a tu boca.