| Te beso,
 con mis labios ligados a los tuyos
 como imanes de polos opuestos.
 Mi mano recorre tu espalda
 buscando un punto de entrada
 por donde poder liberar
 el libido dormido en tu cuerpo.
 
 Mi boca nada en tu cuello ahora
 y disfruto al beber del sudor
 que la excitación destila por tus poros.
 
 La llave temblorosa de mis dedos
 aciertan en la chapa de  la cárcel
 donde purgan pena  los montes hermanos
 que claman hoy por ser liberados.
 
 Me retiro un poco para observar
 tu medio cuerpo desnudo;
 Mil sabores de recuerdos
 degusto con el pensamiento.
 Uno de ellos debe ser tuyo
 y para cerciorarme,
 acerco mi cara a tu seno
 para besar una de las coronas
 que condecoran las rosadas crestas
 de tus blancos y erguidos pechos.
 
 
 
 
 En ellos mi lengua esquía,
 bajando la pendiente circular
 hasta la llanura de tu vientre
 donde exploro con ardor paciente
 el pequeño botón biológico
 que enciende al máximo
 la luz de tu sensualidad.
 
 Un nuevo beso, intenso,
 como si necesitáramos respirar
 el aire del otro para poder continuar.
 Tus manos me palpan,  y cual si sufriera un asalto
 levanto como en triunfo mis brazos
 que te extrañan al no abrazarte.
 Y mi camisa desprendes
 porque era estorbo e impedimento
 para que nuestros pechos también se besaran.
 
 Luego te vuelvo,
 Tu espalda ligada a mi pecho,
 mientras mis manos buscan
 más debajo de su natural largo
 la suavidad de tu entrepierna,
 ahora húmeda, sedienta,
 ansiosa por recibir la parte de mí
 que se erige como plegaria al cielo
 esperando poderse acoplar
 por fin a tu carnal lecho.
 
 Tomo tu cuerpo y lo elevo
 para depositarlo horizontalmente, como quiero
 que recibas la pasión que es de ambos anhelo.
 Escalo la altura de tu cadera y deposito mi peso,
 cubriéndote de caricias que guardaba en mis dedos
 para preparar la entrada que se entregará al dueto
 de dos seres que se sienten eternos.
 
 Cuando los cuerpos se funden
 el calor que de ellos surge
 deshace el hielo que por fuera
 a nuestra habitación esta noche cubre.
 Bailamos al ritmo del baile que mejor conocemos,
 al unísonos, como si danzar al ritmo del amor
 fuese desde siempre nuestro preferido pasatiempo.
 
 Mas el final llega,
 respiro entrecortado y tu alma suspira,
 gemidos de placer condecoraron  el accionar
 de dos seres que en el mar
 del amor carnal aprendieron a nadar.
 
 
 Mientras la calma cubre nuestra compañía
 mi pecho acaricia tu cabeza
 y mis dedos tejen en el trigal de tu cabello
 un panal donde poder depositar los besos
 que sirvan para agradecerte el hecho
 de mostrarme, durante nuestro carnal encuentro
 la luz que alumbra el camino
 para alcanzar con tu amor el cielo
 
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