Solo quería ser una nube blanca y transparente, volar por el espacio infinito de aquel limpido cielo, una canción me quito el silencio, y la visión me trajo de regreso a mi jaula de oro y plata, el ser aquel venia como todos los días a darme comida y agua, el me miraba con curiosidad como si quisiera exprimir mi cerebro, luego de un rato cuando ya la comida desaparecía se marchaba silbando la misma melodía que lo trajo.
No sé como llegue hasta aquí, pero sé que estoy muy lejos de casa, y encerrada, mis poderes no me sirven, no puedo salirme del encierro para encontrarme con mi abeja mágica, quien me llevaría de regreso, así paso mis días soñando, imaginando imágenes poderosas como una nube, también podría ser una estrella, pero ella esta mas lejos y no llegaría jamás mi sonido.
Soy una espiga de algodón, una cornea del arco iris que se disperso cuando la lluvia arrasaba, estoy varada en este sistema colosal, con las criaturas de este planeta, me caí sin pedirlo, y ahora me tienen aquí para mostrarme como una perla viviente.
Regresa ese ser con su música y poder, con muchos más como él, todos me miran y siento que murmuran cosas que no entiendo, luego me tratan de tocar pero sus manos no me pueden penetrar, sus ojos se agrandan de curiosidad no entienden, yo tampoco puedo hacerlo, solo sé que desde muy lejos participe en dar todos los colores para ellos, y su sistema verde.
Ahora solo quisiera estar en esa nube para integrarme nuevamente a todas mis pinturas, ver la lluvia, ver el agua florecer en mil colores, sentirme así con mi abeja mágica, parte importante de la acuarela que es mi casa.
María del Rosario Alessandrini |