Un día...aquel día llego un visitante, con estadía definitiva por ganar un corazón. amable, simpático,nada que decir, un hombre al fin, se había ganado el amor de quien comparte mi sangre...pero como en todo lugar siempre hay alguien que es agua y otro el aceite y al meterlos a una sarten, uno de los debería explotar y quemar a los demás.
en este caso, me presento soy el mango de la sarten, quien trata de acomodar ambos líquidos sin que nadie salga herido, difícil misión, yo diría casi imposible, tranquilidad para mi, ya que ni uno de los dos me alcanza a dañar.
Solo que faltaba un detalle,aquel dulce caballero traía escondida su ira, y planeaba con quien se podía desquitar, fatal error en creer a ciegas que seria bueno.
con sus treinta y tantos años, saca su ira contra apenas doce años, enojado por el computador, saca su ira y causa dolor,aquel niño se defiende con palabras agresivas, pero el usa sus manos para debatir, asiendo heridas en el rostro y después su ira desapareció.
Al llegar a casa, solo sentí dolor...¡ Por dios! pensé... y la ira me envolvió, pero mis manos débiles y mi mente lastimada, no me dejaron avanzar... un llanto interno... quien se atreve a lastimar a un pequeño hasta dejar heridas y dolor. Conozco lo que tengo, sin embargo nunca lastimaría así y que llegue un desconocido,aquel que no quebraba un huevo a sacarle lagrimas, a un ser que de mi vientre lo sentí latir...
Mire sus ojos y vi su tristeza, vi el dolor causado por aquel maricón... Como me gustaría ser hombre decía yo, para empuñar mis manos y dejarlo peor.
Que demonio vestido de ángel... al otro día.. tranquilo, como que nada paso.. y quien cura las heridas que al pequeño causo... A diario se cruzan por la casa,solo ignorar digo yo, pero duele toparse con alguien que a tu hijo causo dolor... |