Han de rondar los palomares
en busca de algùn pichòn olvidado,
sorteàndo, tambaleàndo los tejados.
Limpiaràn con tierra la rodilla sangrando
de pelota, de canchita.
Mis niños de ayer,
difìcilmente se vayan de aquì, de èstos lugares,
difìcilmente se vayan de aquì, de èsta mente,
difìcilmente.
Han tallado en el tiempo sus imàgenes imborrables.
Partiràn con el tren desde Retiro, sube y baja,
correràn por las estaciones escapando del guarda
hasta Villa Rosa, sin reparos, sin pesares,
casi una ràpida rutina,
casi un torbellino,
casi una escuela.
Comeràn un guisito liviano, màs liviano que el pan,
todavìa hambrientos, se cobijaràn solitos con harapos.
Soñaràn, soñaràn trenes, soñaràn tejados
escapando, escapando
han de andar
mis eternos niños de ayer.
D.R.F.
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