Este es un cuento escrito en co-autoria con Jorge Reyes, un esplendoroso amigo inundado de una inagotable fuente de inspiracion. Yo parto el primer parrafo, Jorge el segundo, y asi sucesivamente...
Se desperto a las cuatro de la mañana según el reloj. Un leve escalofrio le aseguro que habia una presencia en la pieza.
La cabeza le daba vueltas, un dolor intenso justo en el bulbo raquideo desaparecia la ansiedad de reconocer si la presencia era amistosa o no. Sin embargo, su atención se fijo en el olor de aquella bestia desconocida. Sabia que la fragancia no nacia de su cuerpo.
No necesito encender la luz para descifrar el origen de aquella fragancia a muerte y oscuridad. Cuando el cuerpo se le paralizaba de esa forma siempre era por la misma presencia: la de una araña.
¡¡Maldita arpia!! Dueña de mis miedos y ladrona de mi cordura. Temia también su beso de dobles intenciones. La habria conquistado por placer y ella solo buscaba alimentarse. El cuello ardia cada vez mas.
¿Por que tanto terror invadia de pronto su animo? ¿Cómo un punto oscuro de ocho patas podia perturbarlo mas que los mil demonios que llevaba dentro? Tal vez su fobia era solo el deseo de ser besado por ella y arder en fiebre.
Los demonios podia apagarlos a su antojo en su interior. Incluso recurria a ellos un par de veces por consejos que solo supieron alentarlo con burlas. La araña en cambio, no pertenecia a su voluntad. Muchos años pasaron antes de comprender la perdida de tiempo en "porqueses" y fobias. Decidido volvio a su lecho en busca de su amante a devolverle el beso.
La madre, la abuela, la tierra, la noche, la frialdad, la araña es la mujer del miedo, la primera sinfonia sexual eternamente presente en el inconsciente. Podia seguirla negando o prender la luz y matarla, pero la fobia volveria en la forma de una araña fantasma indestructible.
¡¡Matarla!! Tenia un amplio prontuario en asesinatos de moscas y zancudos, pero arañas era algo diferente. La muerte a partir de su persona parecia impura, la moralidad lo habria devorado hace mucho tiempo y el solo hecho de pronunciar la palabra muerte lo desesperanzaba. No, la muerte no es una opcion, primero aprender a lidiar con la araña, luego el tiempo se encargaria de moverlo sobre la marea.
¿Por que matar a una araña era realmente un acto inmoral? Mil zancudos y moscas no. Al fin y al cabo la misma fobia lo hacÃa ver a ese ser como una existencia cuya sombra lo trascendia. Matarla era siempre el mismo acto de femicidio.
¡Señor Juez, no fue su culpa! Ella mordio primero, no supo en que momento cargo con aquella improvisacion de arma pero lo que tenia a frente a si no era mas que una miserable lucha consigo mismo. Con la muerte de la araña tambien moria algo de el, tendria que vagar incompleto un tiempo hasta que otra fobia ocupe ese lugar. Ahi estaba...de pie, un simple movimiento de su brazo y ...
-Señor inculpado, ¿como es posible confundir una araña de ocho patas con un cuerpo de mujer? -
De pronto le parecio que la fiebre cedia el paso a una especie de audiencia judicial. ¿Como aparecio ahi de pronto, acusado de asesinato?
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