Sucio de vieja sangre, cansado de morir no del todo
Su hambre ya no de carne, y su anhelo, de otro mundo,
Con pasos firmes, cansinos, hunde su rostro en el lodo
El vientre de mil calambres, y el aliento nauseabundo
Nunca conoció otro modo, su vida es un vil quebranto
Jamás conoció el llanto, solo furia, ansia y nieve
Bramando ciego se mueve entre infinitos recodos
Todos burlándole el tino, tan esquivos como leves
No condena el cruel destino que su hacedor le compuso
Su fuego oscuro le impuso ese ardor casi divino
En sus entrañas, vacías, no hay espacio para el odio
Solo el temor y el oprobio de no esperar otro sino
Fuera solo un mero mito, problema menos habría
Olvidamos la aporía, nos libramos del torito
Pero sigue aún danzando en perennes espirales
El tabú de nuestros males, nuestro ánimo contrito
Todo laberinto y su alma llevan adentro a la bestia
Revolviéndose molesta, descalza vaga sin calma
Que la encontremos no alcanza, y el sacrificarla cuesta
Ya domesticada pueda, quizá, dar una respuesta.
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