Me siento a escribir sin notar que la luz parpadea cayendo sobre mi cuaderno de notas, es una lluvia fina y persistente, como copos incorporados en la niebla.
Salgo de la habitación tratando de ver que sucede en la casa, todo parece normal, aunque siento una rara sensación que va cayendo en cada movimiento, sin querer darle importancia regreso a la habitación, al pasar el umbral un cometa pequeñito se muestra con tal claridad que a través de él, puedo acceder al infinito, es una gran planicie plagada de especies raras pero muy hermosas, todas ellas vuelan de aquí para allá, y no tienen alas, son movimientos de impulso, me deja un rato sin respiración… lo que observo es precioso, único, jamás ni en sueño vi algo así, no tengo miedo solo curiosidad, entonces siento que mis pies se separan del piso, y voy ascendiendo lentamente casi estoy unida a esas criaturas de luz, mi pensamiento se hace cómplice de los pensamientos de todos ellos.
casi sin notarlo voy descendiendo por una montaña nevada, blanca, casi no veo, la luz que irradia es magnífica, siento que me toman de las manos, me dan una gran pluma de ave desconocida, una hoja enorme y un significado que fluye en mi mente, y voy escribiendo largos párrafos, siento que soy guiada y me trasporto a un mundo hermoso donde reina la luz, los colores; hay muchos caminos por recorrer, todo es tan delicado, limpio, la hoja donde escribí mientras me dictaban fue sustraída en un momento de encanto, no recuerdo muy bien que puse en ella, solo sé que ahora despierto en mi habitación dormida sobre el teclado con mi celular prendido, y se escucha una bella canción que jamás nadie escribió, ni compuso, es un regalo un envió, donde figura un poema de amor llegado, claro, recuerdo que así se llamaba el sol, el amor es el calor que conserva nuestro planeta y hace que todos podamos vivir, sintiéndonos vigorosos para la vida.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI. |