Dónde está mi frescura, dónde aquellas carnes tersas que ayer mismo acariciabas, dónde los ojos con que te miraba o aquellos labios que sonreían al encontrarte.
Con tu marcha te llevaste mi juventud y sólo queda un reflejo marchito de lo que un día fui.
Cansada de luchar pero luchando, 45 años anclados a mis tobillos, condensados en 3 recuerdos borrosos del pasado que ya no sé si existió.
Confusa, vieja, tranquila, aceptando cada día que el tren pasó y te he perdido, redescubriendo un yo sin ti en un mundo que se me antoja inmenso y frío, asustada, arrugada, vencida.
Pero sigo caminando sin permitirme mirar atrás, con la nariz taponada para que el olor que me has dejado no te recuerde, las manos atadas para no buscarte en la noche, esas noches en las que sin llamarte te apareces para decirme que me quieres, en las que despierto sobresaltada y descubro que no estás.
Mil veces me repetiré que no te quiero, dos mil que te odio para no permitirme decir te amo, cuando compartimos un segundo en que no me hablas y miro tus ojos buscando un sentimiento que ha muerto. |