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Tras la muerte, más allá de su corazón inerte, bajo sus parpados cerrados habrá un espacio, un camino para ir tras esos labios que han de ser el agua que calmaba su horrible sed.
Su antes cálida piel parece tomar un aspecto de próxima serenidad, sus manos, que antes solían disipar por el cuerpo de él, sensaciones de gozo, lujuria, amor… parecen invitarlo a su ahora eterno lecho, el cual deseaba compartir durante toda la vida, durante toda su muerte, durante la agonía de necesitarla el resto de la vida la cual sabía le tocaba vivir con el padecimiento de pena y dolor aquella dolencia intocable, sólo suya.
Por cada minuto que pasaba, aquella laguna sin fondo perdía su centello, su mirada transmitía desolación al tener presente a su confidente y no poder darle un beso de vida que lo salvaría de la agonía que compartían al igual medida.
Sentir la desesperación de lo desconocido acechante, no poder tomar la mano a su amado e ir juntos por aquello que escudriñaba por la habitación envolviéndolos de una última lujuria, de un último beso, de una última noche, cubriéndolos de un negro abrazador el cual absorbía la vida de los dos ahí presentes, haciéndolos compartir el mismo lecho de muerte, haciéndolos uno otra y por última vez.
Su última mirada, contenía restos de amor encendidos, contenidos. Los cuales rebosaban de aquella, a la cual la vida se le escapaba de su boca, de sus manos, pero jamás de sus ojos, los cuales susurraban un ‘’te amo’’ desgarrador, contenido en su corazón y queriendo salir a golpes del desdichado para acompañarla donde fuera, todo dio paso a la hora en la cual sus manos, su rostro, su piel, sus labios, su cabellos ya no demostraban vida alguna, en sus ojos se veía un ‘’adios’’ un ‘’te amo’’ y algo más, pues él no apartó la mirada de los ojos oscuros de su amada, la cual también perdía el brillo que le otorgaba las lágrimas, su piel cada vez más blanca se mimetizaba con la de la muerta, su pelo jamás se había visto tan blanco y su andar lo sacó de escena con un desdén e insipidez, dando la ancha espalda al lecho que contenía a la cual alguna vez le dio vida a éste nuevo corazón sin alma.

Texto agregado el 16-10-2011, y leído por 124 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
16-10-2011 Una buena narración, dándole voz a un más allá. chara
16-10-2011 UF! beso. Marta. monotonia
 
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