Despedazado. Destruido. Roto. Y partido. Las cosas no salen bien. Los resultados no se dan. Èl piensa que es el fin. Lo ùltimo. Porque se jugò todo. TO-DO, por ese amor. Invitò, buscò, creò, inventò situaciones. Generò errores, pasos equivocados, mundos desencontrados. ¿Què hacer? Yo no lo sè. Èl tampoco. ¿Usted? Ayùdeme.
Venga conmigo que buscaremos la soluciòn a estos problemas infalibles que le causa la derrota. Si de amor o desamor se trata, hace bien en venir aquì. Yo lo ayudo a superar esa tristeza que no sabe bien donde ubicarla. Esta en el pecho o en la panza o en la cabeza. No, dèje, aùn no señale la zona de dolor. Yo la encontrarè con sòlo mirarlo un poco. Pero en principio le pedirè que abra paso a las ganas de seguirme, a copiar mis movimientos y a aceptar mis pedidos. Pase por favor.
Èl se encuentra abstraìdo. Màs que seguirlo al doctor, sigue sus pensamientos, su tristeza. ¿Serà muy cara la consulta?
De eso no se preocupe, cuando salga de esta habitaciòn su alegrìa harà que el precio sea irrisorio, por eso, entre al consultorio. El primer paso es muy simple. Cuentemè que pasò. En pocas palabras. Si la descepciòn es muy grande, yo me darè cuenta al instante.
No estoy de humor doctor. Me dejò. Sin motivos. Me dijo que se terminaba porque se terminaba. ¿Còmo debo interpretar eso?
Mmm...a ver (duda) (empieza)...para interpretar hay que practicar. Busque en su memoria errores que ha cometido. Razones que expliquen las mociones de la relaciòn. Cuantas veces la ha hecho reir. Cuantas veces a buscado compartir. Debe ser amigo y no se enoje conmigo, su enojo està allì afuera, peleado con la vida porque la mujer jamàs anunciò su partida.
Sus rimas me estan irritando doctor, puede decirme su nombre por favor.
Ahì lo ve. De a poco usted comienza a rimar.
¡Su nombre doctor!
No se lo dirè hasta que de a poco empiece a bailar. Mientras empieza a danzar no deje de hablar. Pues yo quiero escucharlo todo. Quiero entender su amargura para poder ayudarlo y de ese modo superarlo, o superarla, si es que eso desea.
Èl lo mira raro. Estos medicos nuevos con mètodos "revolucionarios" no le agradan. Lo mira a los ojos aunque el mèdico està focalizado en los pies del paciente, esperando que se agiten. Timidamente levanta el pie izquiero que raspa el suelo con la suela.
De eso se trata. Agite sus pies, desahogue sus penas. Baile como si estuviera en una rayuela. De a poco mueva los brazos pero sin marcar el trazo. Mueva las caderas sin buscar maneras. Ahi va tomando color.
El paciente, algo absorto, sigue las indicaciones del mèdico. Mueve su cuerpo lentamente, tal vez buscando ritmo o coraje. Empieza a contar la historia.
Cuenteme todo con detalles, no se haga problema, no le agregue maquillajes. Por favor, la rima es fundamental si algo interesante ha de contar.
La conocì un 11 de agosto, fue esa noche...perdòn la rima no es lo mìo.
Inténtelo mientras baila, si es posible tambièn cante, para que la historia salga adelante.
La conocì un 11 de agosto. Llevaba mucha ropa, la helada la invadìa, porque la ciudad estaba frìa (Buen primer intento paciente). Le hablè y con poco lo logrè. La invitè tomar algo, vernos màs a diario. Coincidimos en eso de trabajar cerca. Salimos, reìmos. Al mes le propuse noviazgo. Delicada en sus rasgos y en su contorno, decidiò abrirme a su entorno. Me presentò ante su padre y ante su madre. La familia ya hablaba de nuestro futuro, aunque claro, a mi siempre me pareciò un apuro. No es bueno adelantar lo que uno no sabe. Por eso ahora me siento asì. Pasaron los años, le propuse matrimonio, indiferente en su mirada, me mando bien al demonio.
¿Còmo se va sintiendo? Tiene humor para las rimas paciente. Me gusta la coincidencia entre el enojo y el zapateo fuerte, aunque, le pedirè que lo haga màs despacio, no es que me moleste, abajo duerme el viejo Igancio. Si es posible, continùe, pero ahora a su baile atascado sùmele esto.
¿Una peluca y un bastòn rojo? Usted està loco Doctor. Yo me marcho (gesto con la mano de quien intenta pegarle a una mosca que zumba un oìdo).
Paciente, venga aquì por favor. Si usted se ha de marchar poco irà a progresar, el dolor que le causa el desamor jamàs se irà si no insuflamos alegrìa.
El paciente mira desganado, como quien ya jugò todas las cartas y no encuentra otra soluciòn a su problema.
Ahora, prosiga. El bastòn corta el aire, la peluca se sacude de un lado a otro, los pies saltan coordinados, la voz ronca susurra una historia.
Cuando me lo dijo no le creì. ¿Me lo decìs a mì? Si, tarado, te hablo a vos. Porquè no te querès casar. Porque quiero descansar, me quiero ir lejos. Pero a donde te vas a ir. A vagar por ahì, a viajar por el mundo y alejarme de tus sentimientos iracundos , de tu rabia constante, acaso no me podìas invitar de vez en cuando a comer afuera en vez de estar hablando siempre con la rubia almacenera.
Paciente, ¿lo ve? De a poco empieza por reconocer las razones del abandono. Continùe, el movimiento del bastòn es magnifico.
Me dijiste que ibas a cambiar, pero seguìs siendo igual, me hablas de amor cuando lo ùnico que sentis es ardor por esa rubia insulsa. No mientas. Yo no miento, lo veo en tus ojos, acaso te crees que no te veo llegar, pones tus barbas en remojo, y me hablas con cariño cuando desde la ventana te puedo ver como coqueteas ganando sobre ella dominio.
El paciente ya se empieza a agitar, la falta de costumbre lo empieza a cansar. Le dirè la verdad, aunque narrador omnisciente esto de la rima se va a contagiar.
¿Lo ve paciente? Ahì estan las razones. Usted habla con la almacenera de afuera, no le dan los cojones para decirle a su mujer la verdad. ¡Eso se llama debilidad! Dèje de mirar a esa mujer. Vaya a buscarla antes de que abandone esta tierra Argentina, por momentos la tierra de Lucifer. ¿Còmo que no se anima? Se anima a bailar frente a un desconocido, a cantar. Empiece por tocar este bombo, no se haga problema por el viejo Ignacio, pues no lo toque despacio, descargue su ira, que ya poco veo que queda.
Pum-pum-pum. Lo hace muy bien paciente, es todo un murguero, ahora le voy a decir lo que debe hacer. En principio ha de correr ha buscarla. Una vez que logre encontrarla, demuestre lo feliz que està, pues lo que veo es que el dolor que en un principio estaba en su panza (le dije que lo hayarìa) lejos ya descansa. Adopte el baile y la comprasa siempre que ande con tristeza, y yo le aseguro con firmeza que el dolor superarà. ¿No se da cuenta? ya ni se lo pido y usted baila sòlo, lo hace muy bien. Siga, siga. Una vez que la encuentre obliguela a bailar aunque ella bien no quiera. Al compas de la vigüela , su enojo cesara. Digale que eso de la rubia es pasado, que usted jamàs la ha tocado y que jamàs lo harìa, porque bien sabes que sin su amor no podrìa seguir, quien dice hasta talvez morir. No son palabras sabias las que te digo, son palabras que cargadas de alegrìa llegan al corazòn mejor que una sinfonìa. Es por esto el baile y los saltos y las rimas.
Doctor debo decirle que me siento mucho mejor. El resonar del bombo me elimina la ìra.
Eso querìa escuchar paciente. Verà que el malestar, al salir, serà incipiente. Por lo pronto, me presento, Doctor Carnaval. Un gusto conocerlo (el gusto es mio). A la hora del dolor, sea cual fuera, no debe tener temor. Copie los conceptos aquì aplicados, hágalo sin tapujos, con saltos descontrolados. Grite como si estuviera en la cancha, liberando pasiòn y entusiasmo, siempre con sed de revancha. A la desgracia no le llore, haga como la comparsa , con festividad y andanza supere a ese enemìgo. El ruido del bombo, la trompeta y el clarinete, elementos que mueven al cuerpo frente a cualquier incidente. Esa es la Formula del Carnaval, un recreo para el alma. Recuerde que una travesìa de mil millas comienza con un simple paso, si la vida es camino, usted deberà hacer repaso. Viva que la vida es carnaval, y como decìa la cubana, las penas se van cantando. Màs bien y sin faltarle el respeto a la autora, tambièn bailando, saltando y rimando. Salga de este consultorio tapandose los oìdos, que las ideas no se escapen, que guarden su contenido.
El paciente, sin frenar la danza reciente, mueve sus pies cada dos por tres, mueve sus brazos y sus piernas, sin perder la gracia de la coreografìa eterna. Abandona la sala con un objetivo firme, con la gracia que acarrea el carnaval, esperando en su respuesta entendimiento, perdon y algo de amor, eso que escepticos llaman el juego abrumador. El doctor lo mira desde la puerta satisfecho con su receta, media vuelta, cierra, baila, canta y llora...la mujer de este paciente es su antigua señora y el buen profesional sufre, una vez màs, aquella tristeza incondicional.
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