Un cualquiera,
que no es igual a cualquiera lo mismo,
que puede habitar en un jardín y no es flor,
que vive en dos mundos,
en el suyo mismo y en el mismo de todos.

Ronca a la vida pues sabe que la marea tiene un finiquito;
él es infinito,
siempre escucha letanías y bancos de delirios;
nunca se le hace tarde,
pues todos o casi todos tardan en llegar;
sabe que nada tiene que ver la maduración
con el añejamiento.

Cuando despertó supo que todos estaban dormidos
y que para convivir con ellos tenía que dormir igual,
como ellos;
sentir y pensar igual no,
porque se dio cuenta que no todos lo hacen,
hacen como si lo hicieran, pero es pura facha.

Llegó a pensar que era el único,
pero por fortuna no está solo,
y sin embargo Cualquiera sabe
que no es cualquiera que anda descalzo,
pues tiene color en sus sensaciones.

Cuando Cualquiera encuentre a otra Cualquiera,
que le capisque lo que Cualquiera piensa, siente y percibe,
sabrá en verdad que no es cualquiera.