Días X


Suena el despertador. Son las 6.00 am. Me levanto, me lavo los dientes, hago 50 flexiones de brazos y 50 abdominales... es importante estar en forma. Me desperezo y miro por la ventana. Va a ser un día soleado. Uso el baño. Me acerco al almanaque y hago una marca en el día de hoy: un día más... o un día menos; todo depende de la perspectiva que le demos.

Voy hasta el comedor y me siento a desayunar. Me siento en la punta de la mesa e ingiero mis alimentos en silencio... un silencio ensordecedor, lleno de voces que no hablan conmigo. Más tarde voy al taller y trabajo. Trabajo como si me importara lo que hago; prestando atención a cada detalle para que el trabajo quede perfecto y nadie me reproche nada. O quizá lo hago bien para sentir que puedo hacer algo bien.

El tiempo pasa volando... y a la vez cada segundo dura lo que dura una vida. La noción del tiempo se tergiversa de acuerdo a mi estado de ánimo.

Enseguida se hace la hora de almorzar. Otra vez solo y callado en esa punta de una mesa llena de nada... o en realidad vacía de algo.

Por la tarde hago más ejercicio, me fumo uno o dos cigarros y me mantengo al margen de cualquier cosa que intente sacarme de mi rutina.

Por la noche vuelvo a mirar el almanaque, con su día ya marcado. Uso el baño, miro las estrellas desde la ventana, hago 50 flexiones y 50 abdominales, me lavo los dientes, pongo el despertador y me acuesto. El último pensamiento del día siempre es la gran cruz roja que dibujo en el almanaque. Dentro de 11 días marcaré el día 2556. Y entonces solo quedaran 2557 días más para cumplir mi condena en esta penitenciaria...