Padecimientos

... porque el tiempo,
el implacable, el que pasó
siempre una huella triste nos dejó.
(...) detenerse antes las cosas detenidas
es ausentarse un poco de la vida.
P. Milanés

Y yo padezco de ese tiempo metafísico en que me dejas
y no me doy cuenta de la naturaleza dialéctica de la materia.
¡ Y que yo siga creyendo que tus ojos aún me miran a pesar de los tiempos
y los espacios ...!
La verdad es que por momentos estos padecimientos no los entiendo.
Pero no sólo yo padezco,
Tú también padeces de todas tus virtudes y defectos,
de todas tus miserias, absurdos prejuicios y complejos,
de las contradicciones en que te envuelves,
de ese querer, poder hacer y saber muy bien qué hacer;
padeces de tiempos que no se lleva un aguacero,
que se quedan archivados al recuerdo;
también de esa indescifrable personalidad introspectiva,
del egoísmo de reprimirte el sentimiento
y de luz fría,
más no sé si de añoranzas por la ausencia de los libros que nunca leímos,
de repentinos momentos que, al fin y al cabo, fueron sólo míos.
Padeces de mis mañanas,
del café en tu mano temprana,
de besos mal dados y apurados
poco antes de que tu víctima te obligara a lo rutinario
que entonces tenía tu trabajo.
Padeces de mis dedos en el teclado, de mis cuartillas, de mis poemas olvidados,
de ser como eres, así, escondida de tu propio corazón
y de amores viejos de tu vida no sé en cuántos pedazos dividida;
en fin, de un tiempo amado-aborrecido,
de esas ruinas de las que alzamos vuelo
y que de regreso al sol no supimos reconstruir,
de ese estado detenido que nos convierte en metafísico,
de la huella de un camino juntos recorrido
que es tiempo que para mí quedó inconcluso.

La Habana, 1,1.80