Sin prisa cerró la puerta suavemente. No le importaban sus gritos de colegiala.¿ O es que se estaba acostumbrando a la inmadurez de Susana? No,tenía que pensarlo y hablar claro. Descendió las escaleras sin apremio, esperando a pesar de todo que Susan , como siempre lo llamaría a gritos y gimiendo.
Debió regresar al departamento a buscar su billetera y algo más. Simulando una calma que no poseía y las palabras se atascaban en su garganta hasta sentir dolor. Susan acudió a mirar y y con sorna le preguntó: -Vienes a rogar, a pedir perdón.Tu eres un miserable, en mí casa me daban lo que yo pedía. Al ver que Fabian se retiraba sin contestar y´la furia se desencadenó en borbotones de palabras:-Te odio infeliz. Te odio. No quiero verte más.

El muy erguido salio del edificio y con cierta tristeza miró a la ventana y bajo la vista y sobre su cabeza alcanzó a recibir el macetero de los hermosos pensamientos de color azul.