LA PROFECIA DEL NUEVO GENESIS
En una época fue distinto.
Hubo mares profundos y grandes extensiones de tierra que fueron habitados por múltiples especies colmando de vida al planeta Tierra. Vivieron en ella enormes bestias y diminutos organismos.
El ser humano prevaleció por encima de todos. En las montañas, selvas, desiertos y océanos, construyeron inmensas urbes y reunieron cuantiosos conocimientos. La inmensa belleza que crearon solo se equiparó con el poder de su auto devastación. Ahora solo es un planeta congelado cuya olvidada civilización se conserva bajo el hielo.
Millones de años han pasado desde que la vida terminó, sin embargo, nuevos visitantes descubrieron la antigua grandeza de un planeta perdido en una diminuta y agonizante galaxia.
La magnífica computadora a quien llamaban Ixthus, recopilaba el acerbo humano mediante instrumentos llamados Galerías que viajaban por el globo. Las Galerías obtenían, clasificaban y salvaguardaban el conocimiento de las civilizaciones que no lograron la trascendencia. De vez en vez, estos seres de indescriptible inteligencia y sensibilidad, conectaban sus mentes curiosas cuando algo llamaba su atención.
De esta manera fue que se horrorizaron de la maldad del ser humano. Conocieron la planicie desolada y oscura de su corazón donde no había paz, ni voluntad; sólo orgullo y terquedad.
Se percataron que su historia estaba llena de violencia, llanto y temor y se sintieron aliviados de que ya no existieran. De pronto, el más anciano comunicó otro hallazgo y la revelación era tan diferente que no parecía pertenecer a la misma especie.
Vieron como fue la antigua naturaleza en todo su esplendor, la furia y la calma del océano, el vuelo del águila y el colibrí, el canto del ruiseñor y la ballena, Anhelaron conocer los lazos de amistad, el amor incondicional de una madre y el sacrificio desinteresado. Descubrieron el arte como la música, la danza y la literatura, particularmente, lo que llamaron La Sagrada Biblia.
Se maravillaron de la palabra del Señor y conocieron a su hijo, Jesús de Nazaret. Tanta enseñanza y tanto amor les fue entregado para su bien y fallaron una y otra vez, hasta que fue demasiado tarde.
Las mentes infatigables pidieron a Ixthus el mensaje bíblico y lo absorbieron sedientas. Cumpliendo las instrucciones, las Galerías buscaron más información y encontraron un minúsculo dato oculto y extraordinariamente conservado bajo el hielo. Pacientes, esperaron a que Ixthus completara el procedimiento para obtenerlo, conservarlo y traducirlo y la revelación los sorprendió. Ésta decía:
… Y un extranjero llegó de noche a ver a Jesús y le dijo: “Rabbi, hasta nuestras lejanas tierras han llegado noticias de ti, dicen que Dios está contigo. Vengo con mi familia porque deseo escuchar y aprender para transmitir tus enseñanzas a los míos.
Jesús le contestó: “En verdad te digo que el que descubre lo bueno en su prójimo, descubre lo mejor en sí mismo.”
Pero Ixthus, que así se llamaba el extranjero, no entendió el mensaje y Jesús le explicó en parábola. “Escuchad. Un grupo de hombres justos viajaban por el desierto, y encontraron un saco de semillas que no aparentaba valor alguno, como se hacia de noche, decidieron quedarse en ese lugar para descansar y cuidar del saco en caso de que su dueño regresara a buscarlo. Al día siguiente, como el dueño no apareció, se preguntaron que era lo mejor, dejarlas y que se desperdiciaran en tierra yerma o llevárselas y sembrarlas en sus fértiles campos. Decidieron llevarse el saco, repartieron su contenido y lo sembraron. En la siguiente estación, todos tuvieron cosecha abundante y de lo obtenido, apartaron una parte y la regalaron a sus vecinos.” Y decía: “Quien tenga oídos para oír, que oiga”.
Fascinados, los viajeros se miraron entre sí preguntándose lo mismo y llegando a la misma conclusión: El ser humano merece otra oportunidad. Con su ayuda, descubrirán lo mejor de sí mismos.
Tenían todo lo necesario para crear nuevamente al ser humano y a las criaturas que poblaron una vez el planeta Tierra. Lo llevarían consigo y lo plantarían en los jóvenes mundos recién descubiertos.
Con su ayuda, la humanidad nuevamente florecerá para amarse en un ideal cósmico.
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