Usualmente suelo describirte como un Dios. Eres más que eso y no es por halagarte, lo que pasa es que estás en todas partes.
El tiempo pasa, se forman las utopías, se forman las lágrimas, se forman los recuerdos, luchas con tu yo por no volver a recordar nada. Las hojas de los árboles caen al suelo y se marchitan, los pétalos, las nubes, el sol, caen para no volver a subir. No voy a volver a contar sus colores. Sin ti el trabajo queda mal hecho. Estoy afuera pero en realidad no estoy. Me adhiero a mis pensamientos, recojo cada nube esparcida por el suelo, cada estrella, el olor a sol es insoportable, es el minuto de la nostalgia (cada vez que digo "insoportable" es una alerta de que estoy sumida en pena). Tan frío, tan azul, tan todo, tan palabras-bonitas, tanta nube que gira alrededor, nebulosas siguiéndote a donde vayas.
Tanto tiempo estuviste, me costó cerrar el cuaderno. No voy a mirar a la cara la tristeza. O apareces o desapareces, pero aparece. No sabes que frío hay aquí, no tienes idea que para completar el ciclo faltas tú, en alguna parte del espacio estás tú. Hueles a ausencia. De golpe apareces, no para mí, es para atormentarme. -No sabes cuantas veces despierto pensando que estarás al lado mío-. No es una noche que te espero, son varias. Me largo a llorar no por ti, por mí, porque sé que si estuvieras yo no lloraría (no es por ti, bueno en parte sí).
Me alarmo, intento que ninguna canción me recuerde...
el alma del Universo me ha dejado. |