Caminos has recorrido
montada en vientos y harapos
blandiendo el acero erguido
de una hoz que yace en tus manos.
Castañean tus dientes hendidos
presa, seguro, del frío de ultratumba,
ese que sentimos cuando te llevas a muertos y vivos
a cuestas o a rastras, hasta su sepultura.
Caminas ahora de mí muy cerca
que los huesos te puedo tocar,
has venido de nuevo a mi puerta
para ver si contigo me puedes llevar.
Qué te digo mi fiel compañera,
mi amiga en tormentos y penas;
“Que has llegado en hora indispuesta
con tu hoz a querer cegarme la vida”.
No es el caso que tú me acobardes
o que tenga mejores pendientes,
“sólo es tarde que llegas amiga,
pues desde ayer me he quitado la vida".
Intente esperar tu llegada,
supliqué para que tú me llevaras,
nada pudo demorar mi partida,
había llegado la hora y su día.
Más tarde no en vano has llegado,
Justo ahora te estaba esperando,
vamos pues con mi paso que antes cansado
ahora, contigo, se ha vuelto liviano.
¡Presta entonces estoy!, ¡ya partamos!
Nada dejo en este mundo profano,
concluido han mi estancia y mi viaje,
¡ahí les dejo la vida! a los otros humanos.
¡Bien! ¡vamos! ¡anda!
Caminemos del brazo mi hermana,
entre silbidos del aire y la noche,
entre aullidos y la luna clara.
Sea pues y de este mundo partamos,
donde una vez tuve yo mi morada,
y demos paso al arcano
donde “Alguien” en pié nos aguarda.
Ailed Zull Zayhev ©
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