El destello de luces de tu medio día
recuerdan la mirada marinera de alegría,
cuando a callejón oscuro divisaste mi bravura
se apretó tu pecho…tu sueño… tu cintura

Furibundo andar entre capotes lanzados
esperando tu salida a cumplir lo pactado

Tus quites limpios de verónica suave
eran falso presagio de templanza que cae.
Sentías mi bravura en cada embestida
y tus manos temblorosas el capote mordían

Falsa elegancia de pases acartonados;
quites livianos de tibieza y aplausos.
Al peto apreté con vil desencanto
y empezó a rodar sangre en los palos

Banderillas ajenas adornan mi morro
y una montura lejana guardada en tu biombo

Te esperé como siempre a mitad de plaza
entre el silencio expectante de una faena de raza.
Pero fuiste más capote que torero,
torero de tendido y no de ruedo.

Al natural marcaste tu cuerpo con mi sangre,
te espanto sentir el destino delirante.
Constaté tu duda de no entregarte
los aplausos más fuertes que tus deseos amantes.

Corriste a buscar el apoyo en tu derecha,
y a distancia me llevaste a una faena quieta.
La música no te atreviste a callar…
al silencio temías en despertar.

Faena de luces, muleta y pañuelos
mi muerte sería triunfo consuelo.
Tomaste el estoque sin mirarme
habías matado a tu instinto brillante

Volví al centro del ruedo donde te había esperado
Nunca dejaste de apretar los labios.
Sin menos humille a distancia…
Sabía del miedo a tu hierro de arrogancia

Clavaste con la furia de quien muere por dentro
Caí del dolor, la rabia… el lamento.
Puntillero que apuró tu desconcierto
Aplausos, pañuelos…vuelta de ruedo

Carroza que arrastra mi cuerpo muerto,
Tú, giro de claveles que se arrastra…. viviendo.