Vagabundeando
Se había recorrido la ciudad en busca de comida y de un hogar, pero dada su situación le resultaba muy difícil sobrevivir.
Se movió por los barrios de clase alta, pensando con gran ignorancia y simpleza, que quizás, por ser gente tan pudiente, hicieran un poco la vista gorda y se compadecieran de su presencia.
Pero se equivocó, la gente que la veía con esa pinta tan sucia y desaliñada mientras rebuscaba en la basura algo que poder comer, la miraban con asco y se preguntaban cómo podía ser, de donde había salido..¿Cómo había llegado hasta allí?
No entendía tanto desprecio. Al fin y al cabo sólo buscaba algo de comida de la que ellos tiraban, y procuraba siempre no molestar a nadie.
No, allí ni modo.
También se recorrió los barrios de clase media, y prácticamente fue tres cuartos de lo mismo. Aunque encontró más comprensión y algo menos de asco en sus miradas, comprendió que allí tampoco podía llevar la vida que deseaba.
Ella no pedía mucho, tan solo un buen hogar donde poder criar a la descendencia que deseaba tener y que el buen Dios tuviera a bien enviarle. Tener comida suficiente para poder criarlos sanos y fuertes, procurar que no les faltase nada, enseñarles a valerse por si mismos... En fin, lo normal, lo que desea cualquier madre.
Pero la vida se lo ponía muy difícil.
Le daba lo mismo vivir en la ciudad, que en un pueblo o en una granja. Sólo quería un lugar tranquilo. Alejada de los peligros y situaciones difíciles por los que la vida la había obligado a pasar y que no había buscado.
Con sus sueños rotos, se vio de nuevo en el punto de partida.
En los bajos fondos. Donde se refugian todos los sin techo; los mendigos, los desesperados, los drogatas y colgados a las que no les importa el aspecto de los demás, ni lo que hagas mientras no les molestes ni les andes jodiendo. Donde llegan a compartir un cacho de pan medio mohoso, o un pedazo de cartón, al que llaman colchón, sin preguntar de donde vienes o a dónde vas. Donde puedes llegar a encontrar incluso, más humanidad y compasión que en muchos otros lados.
Y sopesando los pros y los contras decidió quedarse por allí.
Porque al fin y al cabo ...
Era una vieja rata de alcantarilla, que aunque habiendo perdido el rabo, conservaba sus cuatro patas y andaba siempre de un lado a otro, buscando algo que echarse en la boca.
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