Era mi primo menor, tendría unos cinco años pues aún asistía a la escuelita de párvulos (kindergarden). Jorgito era un patojo (niño) despierto y muy perspicaz. Sus padres eran muy pobres, su mamá, la Mila, se quedaba en casa cuidando a sus cuatro hermanos y lavando ropa a mano. Su papá era chofer de camiones y mecánico mas no había conseguido trabajo ya por algunos meses.
Tendría yo mis diez años de edad y algunos días, después de salir de la escuela me iba a la casa de mi primo a jugar haciendo cuevas en una pila de tierra que había en el patio o haciendo de carritos con latas vacías de sardina, o volábamos barriletes (cometas, piscuchas) o le hacíamos a los cincos (chibolas, canicas). Cuando ya era hora de irme Jorgito siempre lloraba por querer seguir jugando.
En los días domingos me daban cinco centavos para ir al cine (películas de vaqueros) con tres centavos, un helado de a centavo, medio centavo de bolitas de dulces y negras de morro y medio centavo que guardaba para gastarlo en la semana. Años más tarde supe que me hermano mayor recibía diez centavos por que ya tenía novia.
No sé cual fue la razón pero un dia mi tío Raúl me dio 25 centavos (¡Una fortunita!) y decidí invitar a Jorgito al Corpus Cristi del Cerrito del Carmen donde habían juegos de feria: rueda de caballitos, montaña rusa, el chicotazo, carros locos, etc. también un Restaurante y Cervecería "El Corazón de Jesús" con zarabanda y marimba.
Jorgito estaba feliz luciendo pantalones cortos. Tomamos un atol de elote (bebida dulce y caliente hecha con granos de maíz tierno o choclo) y una pupusa (tortilla de maíz caliente rellena de chicharrón, favoritas en Centro América.
Desopués de los caballitos le pregunté si quería a subirse a la rueda de Chicago.
-Vos Jorgito ¿Te animás?
-¿Te vas a subir vos conmigo?-
-Por supuesto.-
-Tonces si.-
Así lo hicimos, él prendido de la barra de seguridad y los ojos que se le salían, la boca abierta luciendo una gran sonrisa. Chricito (niño) inocente, la primer gran experiencia de su vida.
Yendo ya de regreso a la casa compartíamos un dulce algodón rosado y le pregunté que era lo que más le había gustado.
-¿Ah la puchis, vos primo, a mi la rueda de Chicago!
-¿Por qué, porque desde allá arriba se ve la gente como hormigas?-
-Bueno, si, eso si y el lucerío pero lo 'más peor' es que cuando vas bajando ¡Sentís que los huevos se te suben al pescuezo!-
¡Ah, mi primo Jorgito, chiquito pero exprersivo! |