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De pronto la puerta se azoto encerrándome en el horrible cuarto, dos cuerpos desmembrados yacen sobre todo el piso de azulejo blanco iluminados por una luz tenue, en realidad desde esta perspectiva la sangre hace un bonito contraste con el fondo blanco. Un olor inhumano invade cada uno de los rincones, nunca imagine que el cuerpo humano pudiera despedir tales aromas. Dedos, orejas, piernas, ojos, una selección surtida de viseras blancuzcas todas tiradas al azar tornándose de colores cada vez más oscuros y expulsando olores cada vez mas nauseabundos.

-¿Cuándo me liberaran?- susurro al payaso de plástico frente a mí. El solo mira silencioso con ojos vivaces, hambrientos.

La cuerda que ata mis muñecas ya me ha lacerado hasta los huesos, el ardor me taladra los nervios.


Día dos.

El dolor desapareció, lo sustituyo el frio y el hormigueo constante, a decir verdad, me da miedo mirar sobre mi hombro y descubrir la necrosis que seguro ha invadido mis manos.

Estoy tan sediento, mi garganta raspa como una lija.

Moriré, el payaso de plástico me ha contado todas las historias descabelladas que han ocurrido en esta cuarto, nunca creerías en cuantas partes se puede desmembrar un cuerpo, hasta ahora se ha portado cortésmente y muy respetuoso el me ha dicho que me acompañara hasta que el último aliento salga de mi pecho.


Día tres.

El olor es insoportable, infernal, millones de moscas se posan sobre los restos humanos, también intentan meterse a mi boca nariz y oídos, ya he dejado de luchar. La sonrisa del payaso plástico se ha acrecentado. La sangre rojiza y viscosa se vuelto opaca y marrón, muy triste.
El payaso ha estado muy callado, hace tres horas ya que no ha dicho nada, lo sé por el reloj de su estomago,

-Ya es hora- dice una voz que ahuyenta mi ensueño. Al girar mi cabeza en todas direcciones compruebo que no hay nadie en el cuarto solo mi pequeño amigo de plástico, al parecer, más feliz que nunca. . Una alarma despertador proveniente del reloj del payaso rompe drásticamente el silencio hasta hace dos días reinante.

Escucho pasos furiosos acercándose.

Con un fuerte golpe la puerta se abre.

Mis ojos cegados por la luz exterior solo distinguen una silueta justo en el marco de la puerta.

Es mi turno.

Texto agregado el 05-10-2011, y leído por 139 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-10-2011 Interesante narración, bien estructurada. Subiendo en intensidad. El contenido: La realidad supera la ficción. Un riesgo, malayo
 
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