Andando hacia el pueblo encontré un hontanar, ahí descansé mi paso para luego continuar. En ese momento, del agua emergieron voces que al unísono inquirieron:
- ¿Quién sos vos?, ¿Qué hacés aquí?, ¿De dónde venís?
No suelo impresionarme, pero tales voces, que no tenían una procedencia cierta, sí causaron en mí cierto estupor; sin embargo, el interrogatorio era claro, pero ¿de quién?
Con algo de aplomo que pude reunir, alcancé a decir:
- ¿Quién pregunta?, ¿Qué querés de mí?, ¿En dónde están?
A lo cual, solo obtuve por respuesta:
- ¿Cómo, no lo sabés?, ¿Por qué te habés detenido entonces?
- ¿Yo?, ¿cómo es posible? ¿por qué lo decís?
En ese momento, se acercó un borriquillo a beber de aquella agua sacándome de mi ensimismamiento, y sin inmutarle mi presencia procedió a saciar su sed; entonces por último escuché:
- ¿Cuándo volvés?, - dejálo, ¿Para qué?
Y sin pensarlo respondí:
- ¿Cuándo? Quizá cuando encuentre las respuestas, pues hasta entonces entenderé “para qué” estoy aquí y no sólo “por qué”, ya que eso vos lo sabés mejor.
… y así continué mi camino.
Ailed Zull Zayhev ©
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