No le gusta la primavera. En invierno se siente mejor usando ropa oscura y holgada que oculta su cuerpo. En verano casi nunca se la ve. Suele esperar con ansiedad la llegada del otoño.
Cuando finalmente llega su estación favorita, contempla la belleza de las hojas multicolores y las espectaculares puestas de sol. En esos días, sus ojos tienen algo más de luz; tal vez porque comienza a soñar con el frío del invierno que se aproxima.
Las personas dicen que es extraña y no pueden comprender por qué siempre se la ve tan callada y solitaria. Su mirada enigmática impresiona a todos los que se acercan a ella.
Muchos inventan historias sobre su pasado y se preguntan por qué jamás la ven sonreír.
Yo conozco sus temores y también sus íntimas angustias. Me gustaría ayudarla, pero sé que es imposible. Confío, que con el paso del tiempo, sus heridas puedan sanar.
Por ahora trato de acompañarla; a veces intento hablarle, aunque siempre me ignora. Últimamente la observo mucho y, distraída, copio sus gestos tristes cuando se mira al espejo.