Autor: Juan Alexis Diaz Chavez
VIVENCIAS DE MI VELORIO.
Una mañana con mucho calor de esos días de Julio.
Me levante con malestar después de desayuno, que mi esposa me hizo, con mucho cariño, me da un fuerte dolor en el pecho y en el brazo izquierdo.
En pocos minutos estaba inerte en el piso.
Mi esposa gritaba pidiendo auxilio y tratando de levantarme pero le fue inútil.
Yo me veía tirado en el piso y me sentía tan ligero. Escuchaba cuando mi esposa lloraba y llamaba a uno de mis hijos, yo todavía no entendía que pasaba le hablaba y la gritaba y no me escuchaban .fue cuando entendí, caramba me jodi estoy muerto.
Llego mi hijo y le dijo a mi esposa esta muerto.
Llamaron a la ambulancia y me montaron, yo iba al lado de mi cuerpo no podía separarme de el no se que fuerza me unía a el.
Llegamos al hospital al departamento de patología forense.
Abrieron mi cuerpo, vi mis entrañas, después de coser mi cuerpo, lo pusieron en un ataúd y me llevaron a la funeraria.
Y empezó el desfile de criticones de siempre.
La primera fue mi comadre se quedo viéndome, en el ataúd y le dijo a mi esposa que bueno era .
Pero no le dijo, si en la cama, o dando dinero.
El vecino que me quedo debiendo dinero dijo, que bueno era, no voy a ser bueno, si me quedo debiendo 2000.
Llego otro vecino, hay quedo igualito, no voy a quedar igualito si soy yo mismo.
Llego el borracho del bario, y dijo que bueno era para la parranda y el trago, si unos de los poco que decía la verdad y sincero.
Empezaron a rezar, por el descanso de mi alma no se por que si no estaba cansado, el rezandero que era afeminado dirigía el rezo como un director de orquesta un puñado de viejas chismosas le seguían en el rezo.
Empecé a pasar por cada uno de los que rezaban y podía oír sus pensamientos.
Carmen una vecina de unos cincuenta y tantos mientras decía que dios lo saque de pena y lo lleve a descansar pensaba se la daba de santo y era un diablo.
Ramón parado junto a la puerta le decía en voz baja a un amigo, está buena la viuda, le queda bastante, el muerto no le hizo nadita.
Le dije unas cuantas groserías pero no me escuchaba, término el rezo.
Y seguían dándole el pésame a mi esposa que si sentía mi muerte, igual que mi hijo.
Pasó la noche del velorio y taparon el ataúd, atrás se dejo el teatro del velorio y comenzaría el de cortejo funeral.
Los pocos que amanecieron en el velorio, con una rasca que parecía que venían de una fiesta, que de un velorio.
Montaron el ataúd en un lujoso vehiculo, ¿porque no me pasearon cuando estaba vivo?
Llegaron al cementerio, y aquella caravana de vehículos, para hacerme honor.
Creo que andaban ansiosos de que me echaran tierra rápido para irse a sus casas por que con ese calor y vestidos de negro, les podía dar un infarto igual que a mí.
Empezaron a ponerle las lozas a la tumba mía y empezaron los desmayos mi hija decía ¿porque no me llevas a mí?
De seguro que si me levantaba no se desmayaba por la carrera que pegaría, y la condenada pegada al vago de la esquina que le metía mano disimuladamente.
La ultima en irse fue mi esposa, que no hablaba y lloraba en silencio, se podía ver que fue muy sincera, y me quede solo y observando que la hipocresía de la vida, llega asta la muerte. |